Inmigrantes: Antítesis de su Democracia

AutorRosa Ruiz Sánchez
CargoEstudiante de tercer año de la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana de Puerto Rico.
Páginas37-59
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Inmigrantes: Antítesis de su Democracia
Por: Rosa Ruiz Sánchez1
“Las fronteras del espacio nacional
son el lugar en que la democracia se detiene.”2
E. Balibar
Introducción
En un mundo anciano, dónde se han batallado grandes
luchas, (incluso dos guerras mundiales), no es posible hablar
de raza pura. Más allá de esto, en nuestra coexistencia
humana en este planeta, no hay lugar para hablar de
nacionalidad en el sentido de clasificación de seres humanos.
Según las creencias científicas de hoy en día, los primeros
habitantes del Nuevo Mundo vinieron cuando en la última
gran Era de Hielo bajó nivel del Océano Pacífico lo suficiente
como para exponer un puente de tierra entre Asia y
Norteamérica, permitiendo así a las personas cruzar el océano
desde Asia. Evidencia reciente sugiere que los ancestros de
los nativos americanos del presente se establecieron en
Norteamérica hace más de 30,000 años y cerca de 10,00 años
A.C., se expandieron tan lejos como hasta la punta de
Suramérica. 3

1 Estudiante de tercer año de la Facultad de Derecho de la Universidad
Interamericana de Puerto Rico.
2 E. Balibar, Les frontières de la démocratie. (Paris, 1992)
3 Thomas Alexander Aleinikoff, et als., Inmigration and Citizenship: Process
and Policy, en la pág. 158 (6th Ed. Thomson West, 2008). [Traducción
nuestra].
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Pasados cerca de ciento dieciséis siglos de estos eventos,
la migración hacia América ocurrió nuevamente, esta vez
proveniente de la dirección opuesta, es decir de Europa.
Monarcas europeos y comerciantes propiciaron la
exploración y luego el establecimiento de la recién
“descubierta” tierra de las Américas.
En el primer censo, realizado en 1790, Norteamérica tenía
una población de aproximadamente 3.2 millones de personas,
todos inmigrantes o descendientes de las personas que
arribaron el país en las oleadas de inmigrantes del siglo
diecisiete y dieciocho. Más del 75 % de la población era de
origen británico, el otro 8% eran de origen germano y el resto
eran mayormente de Holanda, Francia o España.4 Estas cifras
han ido en aumento hasta llevarnos a un pasado tan reciente
como en el 2005. Ese censo reflejó que había más de treinta y
cinco millones de residentes de Estados Unidos, nacidos en el
extranjero. Estos constituían el 12.4 % del total de la
población. 5
Con un panorama de tan vasta diversidad étnica y cultural,
que se remonta a la época antes de Cristo (A.C.), en efecto
resultaría imposible hablar de “extranjeros.” A pesar de ello,
son muchos los que se aventuran hoy en día a legislar,
discriminar, excluir y segregar a las personas que denominan
– bajo su conceptualización- como no ciudadanos, lo que
significa quién no es natural o vecino de una ciudad.6 Más
allá de este paradigma, existe una realidad política que pasa

4 Id. en la pág. 159.
5 Thomas Alexander Aleinikoff, et als., supra., en la pág. 191.
6 En el Diccionario de la lengua española,
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltConsulta?TIPO_BUS=3&LEMA=cultura.
Madrid, España: Real Academia Española.

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