El accidente que no debió ocurrir

Por Jeri Clausing

Prensa Asociada

Sin embargo, accidentes consecutivos y una filtración de radiación de superficie que se suponía inconcebible y que dejó expuestos a por lo menos 13 trabajadores cerró indefinidamente el único vertedero subterráneo de desechos nucleares del gobierno estadounidense.

También plantearon dudas sobre un elemento central del programa del Departamento de Energía de Estados Unidos, que cuesta $5,000 millones anuales para despejar los desechos que han quedado como remanente de la fabricación de armas nucleares durante décadas.

El problema también pone de manifiesto una falta de alternativas para eliminar materiales contaminados como herramientas, guantes, gafas y trajes protectores de laboratorios nacionales en Idaho, Illinois, Carolina del Sur y Nuevo México.

Ahora que están paralizadas las operaciones en la Planta Piloto de Aislamiento de Desechos, también están parados todos los embarques, el último de ellos de casi 4,000 barriles de desechos tóxicos que el Laboratorio Nacional de Los Álamos ordenó retirar para fines de junio.

La presencia de esos desechos, en algunos casos extraídos de vertederos no herméticos donde reposaron durante décadas en las montañas del norte de Nuevo México y que ahora están almacenados con escasa protección, se conoció públicamente hace tres años, cuando un incendio masivo rozó los confines de los predios del laboratorio.

También están paralizadas las pruebas para determinar si se puede expandir el uso del vertedero para que reciba también desecho transuránico de menor nivel de los laboratorios de investigación del país.

El secretario ambiental de Nuevo México, Ryan...

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