Vivió para la adrenalina

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

Además de trágica, la muerte repentina y accidental de un famoso siempre resulta ser una experiencia extraña e incompleta emocionalmente. Su trabajo les trae la adulación de millones de personas que casi nunca tienen la oportunidad de interactuar con su ídolo a un nivel más íntimo y humano. Dado a la naturaleza de mi trabajo para este periódico la noticia de la muerte de Walker no llegó con esa distancia. En los doce años que llevo como colaborador de cine de El Nuevo Día, tuve la oportunidad de sentarme a hablar con Paul Walker en más de seis ocasiones. Estas experiencias no me dan derecho a presumir de poder decir quien era este actor a nivel personal, pero si una impresión bien clara de la evolución profesional de Walker en este medio.

Una entrevista con una estrella de cine durante una rueda de presa siempre suele tener el mismo contexto. El talento está allí para vender su producto. Las peores versiones de esto llegan con un artificio que elimina la posibilidad de alguna interacción genuina. Esto nunca pasó con Paul Walker. Decir que él fue la excepción a la regla quizás sea una forma de idealizarlo, pero la realidad del caso es que el actor siempre fue extremadamente honesto y genuino en sus conversaciones breves conmigo.

La primera sucedió hace diez años atrás para el estreno de Timeline, un fracaso taquillero que en el 2003 se esperaba que fuera el próximo éxito en la filmografía del director Richard Donner (The Goonies, Lethal Weapon). De esa conversación lo que recuerdo es el entusiasmo constante del actor de tener la oportunidad de hacer cine con un director del renombre de Donner. Tres años más tarde, ese entusiasmo estaba completamente ausente cuando nos tocó sentarnos a hablar de Into the Blue. En aquel momento fue extremadamente fácil descartar al actor como un antipático. La realidad del caso es que en retrospectiva el actor estaba genuinamente irritado de tener que hablar con los medios de un filme mediocre del cual no estaba orgulloso.

En la página de Facebook de Wayne Kramer, el hombre que dirigió a Walker en Running Scared, este aseguró que "en algún momento Paul se lamentó de no haberse tomado su carrera como actor tan en serio. Pero como hace diez años él se empezó a enfocar y a buscar mejores oportunidades". Como actor el director describe a Walker como "el mejor colaborador que un director puede tener. Su compromiso era inquebrantable. A él le encantaba ser parte del...

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