Amén

Gazir Sued

En Puerto Rico es legal, moral y un buen negocio adoctrinar a los estudiantes con mentiras, prejuicios y patrañas religiosas, pero no cuestionarlas. Los estudiantes no aprenden a desmentir los disparates inculcados por sus padres, o al menos a enmendar sus ignorancias y credos infantiles, sino que el maestro viene a legitimarlos, reforzarlos y perpetuarlos, directamente o por omisión impuesta o voluntaria.

A pesar de ser condicionantes psicológicos de graves problemas sociales, las ficciones mitológicas de la cristiandad (la existencia de un Dios sádico, vengativo y cruel, pero amoroso; la creación del mundo y la vida; espíritus, demonios cornudos y ángeles alados; madres vírgenes y muertos resucitados) ni siquiera son puestas en cuestionamiento crítico en los currículos académicos del sistema de educación insular. Por el contrario, cuestionar la religión es un tabú y está virtualmente prohibido hacerlo.

Y es que aquí se malinterpreta el derecho constitucional a la libertad de culto y credo. Nuestro sistema de educación se inhibe de someter a juicio crítico y convertir en objeto de análisis y reflexión racional las cuestiones religiosas, y prefiere no tocar el tema...

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