Todo lo aprendió en los libros

Por Marie Custodio Collazo

mcustodio@elnuevodia.com

En vez de hacerle eco a las voces que proclaman la muerte de los libros, y que insisten en que estos últimos no pueden competir con los videojuegos a la hora de captar la atención de los niños, Aparicio redobla esfuerzos para que los más chicos tengan la oportunidad de descubrir y disfrutar literatura infantil variada y de calidad.

Así es que, cuando uno de sus principales clientes, el Gobierno de Puerto Rico, empezó a bajar sus pedidos, el empresario no se amilanó, ni empezó a recortar gastos. Al contrario, invirtió más de $ 100,000 en transformar un área de almacén en el segundo piso de la librería en un Bosque, donde el árbol Simón y la mona Lilly reciben a los pequeños para contarles cuentos de autores puertorriqueños.

"Queríamos seguir fomentando la ilusión por los cuentos. No les llegan los libros a la escuela, y en Puerto Rico no hay lugares para leerle a los niños", explicó sobre la iniciativa que logró mediante la reinversión de las ganancias del negocio y el apoyo de un banco.

La idea que originó el Bosque de los Cuentos fue el deseo de tener un cuentacuentos, como los que el librero conoció en México, país con el que tiene una relación comercial.

El concepto está dirigido a niños entre dos y ocho años, que llegan en giras escolares o con sus padres. A petición de este último grupo, el Bosque de los Cuentos ahora también recibe a cumpleañeros que quieran compartir con sus amiguitos el placer de la lectura.

El precio de la entrada es de $ 10 por persona, e incluye un minilibro, una manualidad y una tarjeta de membresía al club de lectura con la foto del niño. Con esta última se otorgan descuentos ilimitados en compras en la librería.

El "recorrido" dura alrededor de dos horas, y comienza en el primer piso de la librería Aparicio Distributors, en la avenida Lomas Verdes, en Bayamón. Allí, una "guardabosques" habla de la importancia de reciclar para preservar los árboles, que son la materia prima del papel con el que se hacen los libros.

Luego, suben al segundo piso y se adentran en un bosque fantástico, pasan por un río y se sientan sobre el pasto a esperar por que la mona Lilly y el árbol Simón despierten para contar cuentos. Los personajes robóticos se mueven con naturalidad, y tienen la mirada fija hacia las cabecitas que los observan curiosos. Por las bocinas, se escuchan las voces de los narradores que animan a los niños a participar en la historia.

"Los nenes después no se...

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