En busca de su independencia

Por Aurora Rivera Arguinzoni

arivera@elnuevodia.com

Es parca al hablar de sí misma, sobre todo por las dificultades de comunicación que le causa el trastorno pervasivo del desarrollo que padece, una condición neurológica similar al autismo que afecta principalmente la comunicación y la interacción social.

Pero a pesar de ello, durante una entrevista reciente con El Nuevo Día sobre sus planes vocacionales, Carolina dejó algunas cosas claramente establecidas: le gusta cocinar, su comida favorita son los espaguetis, toma café frío, le fascina la playa y bajar aplicaciones a su celular.

"Tengo un (teléfono) Androide, me gustan más, tiene más aplicaciones, vienen de pelota, de bizcochos", aseguró, dejando claras sus preferencias por la cocina y por la tecnología. En estos días anda quemando fiebre con el teléfono que le regalaron el pasado 13 de septiembre, día en que cumplió 24 años.

"Tenía uno y se me dañó. Yo lo 'seteo' ", aseguró sin ningún problema.

El manejo de la tecnología es uno de sus fuertes. De acuerdo con su madre, la maestra de español Carmen Rodríguez, las evaluaciones que le fueron realizadas a Carolina cuando cursaba la escuela intermedia revelaron fortalezas en esa área. Por eso la visualiza trabajando en algo relacionado.

"Carolina es de alto funcionamiento", recalcó la educadora con 28 años de servicio en el Departamento de Educación (DE) mientras repasaba la historia de logros de su hija, quien sin embargo no ha logrado completar el proceso de transición de la escuela a la Administración de Rehabilitación Vocacional.

Primero sobrevivió múltiples operaciones para corregir torceduras congénitas en sus piernas y por algún tiempo estuvo confinada a una silla de ruedas. Luego aprendió a hacerse entender en un mundo que no se comunica como ella. Y aunque sus primeros años académicos los pasó en salones a los que solo asistían niños con impedimentos cognitivos, en sexto grado fue integrada a un grupo de alumnos típicos (sin impedimentos cognitivos severos) y en adelante aprobó sus grados con notas sobresalientes.

"Carolina es de las pocas niñas que conozco que estando en tiempo total (junto a niños con limitaciones) varios años, de repente se ubica incluida (con niños típicos), hace el sexto con los acomodos y se gradúa", afirmó con orgullo Rodríguez.

Pero el empeño no le llegó de la nada. Su madre y su padre, Miguel Rosa, le enseñaron a pelear. Ellos tuvieron que entablar múltiples querellas en el Departamento de Educación para...

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