Cambios a ritmo cubano

LEONARDO PADURA

ESCRITOR

Los detractores del tempo impuesto a los cambios tienen como argumento fundamental el hecho de que se puede agotar el tiempo real, histórico, para remodelar una sociedad y unas economías estancadas y deterioradas por largos años de crisis.

La justificación de las autoridades, mientras tanto, es que no existe margen para las improvisaciones y errores, por lo cual sólo deben implementarse las transformaciones en el momento y en la medida justos para que el sistema político no se resquebraje con una súbita alteración de las estructuras económicas.

Una de las especificidades de esta política de "actualizaciones" realizadas a ritmo pausado ha sido el secretismo que las ha acompañado. En la más reciente intervención pública del presidente cubano, durante el cierre de las actividades del 2013 del parlamento, afloró esta tendencia cuando anunció la esperada y necesaria modificación de la ley de inversión extranjera, sin deslizar una sola de las características que tendrá el nuevo aparato legal que (se espera y se necesita) haga atractiva la isla para capitales foráneos indispensables para, entre otras carencias, instrumentar la modernización de la deteriorada infraestructura de un país cuyos recursos propios son insuficientes para tal empeño.

Pero, si se va a discutir el tema y adoptar la nueva ley en unos pocos meses, ¿por qué no dar señales de sus principales novedades?

Algo más o menos similar ha estado ocurriendo con el anunciado proceso de unificación monetaria del país (donde circulan dos tipos de pesos, uno de ellos cotizado con referencia al dólar y otras divisas), del que apenas se sabe que afectará primero al sector mercantil y empresarial y luego al de los ciudadanos, pero sin que se conozca mucho sobre cómo ni cuándo llegarán las necesarias devaluaciones y reevaluaciones encaminadas a la convergencia de las dos monedas, a pesar de que se trata de un problema de máximo interés público.

Más recientemente ha sucedido con el anuncio del cambio de política en la venta de automóviles, que se liberará después de más de medio siglo de restricciones y ausencias. Sólo se sabe que se venderán autos a los que puedan comprarlos, con la información adicional de que se ofrecerán a precios hoy establecidos por el mercado entre particulares, o sea, al precio que pudiera tener una botella de agua en el punto más remoto del desierto del Sahara.

Porque en un país en el cual por medio siglo el mercado automovilístico ha estado...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR