Criar y cultivar

CARMEN DOLORES HERNÁNDEZ

ESCRITORA

Pero las familias se encuentran hoy bajo asedio: conspira contra ellas una multiplicidad de condiciones, entre ellas las presiones de tiempo y dinero. Si hay que trabajar incansablemente de día y de noche ya sea para subsistir o -en los casos más tristes- para tener un sinfín de posesiones, ¿dónde está el sosiego para la convivencia, para el contacto prolongado y constante con los hijos? Ese contacto redunda en una especie de contagio de valores y actitudes. Padres e hijos se conocen y reconocen en las conversaciones y en los hábitos diarios compartidos. Las mejores lecciones de vida surgen del ejemplo.

Padres e hijos -o cuidadores primarios y niños- necesitan establecer relaciones que no empiecen y acaben con sólo proveer para satisfacer las necesidades básicas de los segundos. Es necesaria también la formación recta de la conciencia y de las costumbres. Hay actitudes que -como dice el refrán- se beben con la leche materna: el respeto y la consideración hacia los demás, la generosidad, el espíritu de solidaridad y el de trabajo. Hay modales que son imposibles de adquirir si no se transmiten tempranamente: la gentileza en el trato y el bien hablar.

La transformación social fundamental de nuestro país en el siglo pasado -transformación que llegó a sus límites y que parece encaminarse a una especie de regresión- propició que se dejaran de lado ciertas modalidades de conducta propias de sociedades atrasadas. Junto con ellas se dejaron atrás formas de sociabilidad que eran indicativas de un desarrollo social y moral superior a las condiciones materiales en las que se daban: el respeto a los mayores, la solidaridad familiar y vecinal. En...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR