$ 125 al día Escandinavia

NORTE DE EUROPA

Era mi primer día completo en Oslo y creí haber descubierto una oferta nada usual: ¡un paquete de seis cervezas Carlsberg por menos de $ 5 (o 27.40 coronas noruegas) en el supermercado Kiwi Minipris! Hasta por una cerveza clara (Pilsner) producida de forma masiva resultaba ser una sorprendente ganga para Noruega, donde prácticamente todo cuesta más de lo que uno esperaría. Y al decir más no me refiero a incrementos de 10 o 15%, sino a múltiplos de dos o tres o cuatro.

O seis. Me quedé asombrado cuando me di cuenta de que $ 5 era el precio de una lata. Es cierto: un "six-pack" de cerveza mediocre, sin refrigerar, en un supermercado, cuesta cerca de $ 30.

Escandinavia presenta todo un nuevo reto para los que viajan ajustados a un presupuesto. Cierto, las ostentosas ciudades asiáticas puede que sean caras, pero esto se puede compensar aventurándose a ir a ciudades más pequeñas. Y a pesar de que Londres ha ganado una cantidad de títulos como "la más costosa del mundo", una cena a base de pollo al curry en un vecindario de inmigrantes suele ser asequible.

Mi amiga Kaia Tetlie, quien es de las Islas Lofoten, al norte de Noruega, me dijo que ella a menudo finge sus exclamaciones de sorpresa cuando visita los supuestamente asombrosos tesoros naturales de otros países, ya que ellos, inevitablemente, palidecen en comparación con los que hay en su país. Después de pasar unos cuantos días visitando las islas con ella y sus amistades, entendí completamente lo que me estaba diciendo.

Pero los precios en Noruega son implacables. En Oslo, el propietario de una cafetería explicó que su localización en el vecindario de inmigrantes de Gronland le permitía mantener bajos los precios del café. ¿Cuán bajos? Yo pagué 26 coronas, alrededor de $ 4.50, por una taza.

Bajar de categoría, de viajero ajustado a un presupuesto ("budget traveler") a mochilero ("backpacker") no es una escapatoria. En mi primera noche en Noruega pagué 259 coronas, o $ 45, por hospedarme en una destartalada hospedería de Oslo cuyas revisiones de usuarios en línea mencionan prominentemente la presencia de chinches. Después de llegar me dispuse a buscar dónde comer, sentándome finalmente en un mostrador, donde me sirvieron un "shawarma" mediocre empapado con una salsa de china semilíquida por $ 12, refresco incluido. Por esto uno prefiere ir a un supermercado o colmado.

Noruega es el caso escandinavo extremo -el único país en el que he estado y en el que he padecido de constante ansiedad por el presupuesto. En el extremo opuesto está Suecia, que, si llegas directamente de Noruega, sientes como si hubieses entrado a un Costco de 173,300 millas cuadradas.

"Oh, usted se dirige al país económico", me dijo uno de los amigos de Kaia cuando me fui de Lofoten al encaminarme a cruzar la frontera a Kiruna, al norte de Suecia. El cruce de la frontera resultó ser especialmente dramático por mi última comida noruega, un combo de hamburguesa y papas fritas en un restaurante de comida rápida por $ 23. Una vez cruzada la frontera, esta misma comida podría costar alrededor de $ 10; sin duda, nada que te vaya a producir vértigo.

A propósito, las diferencias de precios se extienden prácticamente en todos los niveles. Le pregunté a un farmacéutico que me vendió un cortador de uñas por $ 6 (!) en Oslo, cómo era...

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