Con el don de la ilusión

Por Antolín Maldonado Ríos

arios@elnuevodia.com

Al menos no a su maestra, quien lo visita cada martes para brindarle servicios educativos en el hogar. Y cuando El Nuevo Día encendió la cámara en su residencia en el barrio Campeche de Carolina, al visitarlo para conocer su historia, la misma sonrisa que le robó el corazón a la educadora Nelly Torres hace cinco años, fue la que mostró ante el lente.

Tal vez se deba a que su edad mental es de apenas un año, a pesar de que la cronológica es de nueve (los cumple el 21 de este mes). Y es que el diagnóstico de esquizencefalia que mencionó su progenitora Heysha Quiñones en realidad no explica por sí solo todo lo que implica en la vida de este pequeño tener otras múltiples condiciones.

"No puede hacer las cosas porque el cerebro no le manda el mensaje (al cuerpo) para que hable o camine", dijo Quiñones mientras lo sostenía en brazos sentada en la marquesina de la pobre residencia de sus abuelos, la que comparte con ellos y con O'Neill, como le llama a su pequeño, quien tiene que dormir en la misma cama con su madre y su hermanita de poco menos de dos años.

El niño también resultó con espina bífida y perlesía cerebral. Su comida debe ser majada porque no sabe masticar, y además no tolera la lactosa.

De hecho, para efectos del Departamento de Educación, según explicó la maestra del programa Homebound, Iván...

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