Hacienda ve una oportunidad para mejorar la economía

Si el Congreso de Estados Unidos le da paso a los cambios que, desde Puerto Rico, se promueven para la reforma contributiva federal, la isla podría insertarse nuevamente en el mundo como un pilar de la manufactura.

Pero, si la reforma se aprueba tal como está, independientemente de que sea la versión que se elaboró en el Senado o la Cámara de Representantes federal, la manufactura del país sufrirá un efecto más devastador.

De la decisión que se tome en Washington D.C. dependen los empleos de unos 70,000 puertorriqueños, que trabajan en fábricas que exportan sus productos a Estados Unidos.

De esto también depende, en el más conservador de los escenarios, una tercera parte de los recaudos del gobierno de Puerto Rico. Serían alrededor de $3,000 millones menos como impacto directo al fisco, que confronta serios problemas por la depresión económica que se vive desde el 2006 y, más reciente, por el impacto del huracán María.

“Sería devastador (si aprueban la reforma sin cambios)”, dijo el secretario de Hacienda, Raúl Maldonado, al abordar el tema. “Eso nos quitaría toda la competitividad que tenemos aquí”.

El impacto de la reforma sería lo suficientemente grande para crear un efecto en cadena, estimó Maldonado, Si se pierde competitividad, se marcharán las fábricas, lo que dejará a muchos sin trabajo, reduciendo así los recaudos que recibe el gobierno y menoscabando la actividad económica que sobrevive en el país.

La reforma actual

Lo que busca la reforma contributiva federal es que las empresas estadounidenses restablezcan sus plantas de manufactura en Estados Unidos. Muchas de estas fábricas están en la actualidad en países suramericanos y asiáticos. Para esto, buscan implantar dos estrategias.

La primera consiste en reducir la tasa de contribuciones sobre ingresos corporativos de 35% a 20%. Esto no aplicaría directamente a la isla puesto que, para efectos tributarios, Puerto Rico es una jurisdicción foránea. Esto quiere decir que las empresas aquí no pagan contribuciones federales a menos que hagan una repatriación de las ganancias a Estados Unidos.

La segunda estrategia implica la imposición de una especie de arancel de 20% a las ganancias generadas en Estados Unidos de productos manufacturados en el exterior. Es decir, si una computadora es hecha en Kansas no pagaría el impuesto, pero si es manufacturada en Singapur, tendría que tributar el 20% de las ganancias.

Este arancel es el que aplicaría a los productos hechos en Puerto Rico debido a...

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