'Este muchacho nos ha puesto a correr'

Por Aurora rivera Arguinzoni

arivera@elnuevodia.com

Ante un embarazo sin complicaciones, viajaron a Orlando para despedir el año, y el 2 de enero ya estaban de vuelta. Sin embargo, el panorama cambió dos meses antes de lo previsto para que Yaviel Kahel naciera.

La víspera del Día de Reyes, Jacqueline preparaba las invitaciones para el baby shower cuando un ardor que había sentido días antes en la parte baja del pecho reapareció con fuerza. Consideró esperar a su próxima cita con el obstetra para comentarle, pero su esposo prefirió ir al hospital.

En Sala de Emergencias descubrieron que le había subido la presión arterial. Le administraron medicamentos, pero no le bajó, por lo que llamaron a su médico.

"Hay que terminar el embarazo. Vamos a prepararnos", les dijo tras informarles que la vida de Jacqueline corría peligro porque sufría de preeclampsia. Esta se presenta cuando una mujer embarazada desarrolla hipertensión arterial o proteína en la orina después de la semana 20 de gestación, lo que puede ser fatal para la madre y para el bebé.

"Yo le dije: 'pero mire, suave, porque esto para mí no es fácil'", le respondió José, mientras Jacqueline prometió que pondría de su parte para que la presión bajara.

"No, no hay opción", ripostó el doctor.

No podían entender cómo si todo iba tan bien y el cuerpo de Jacqueline nunca había dado indicios de problemas durante las evaluaciones de rutina, ahora el peligro era inminente. Pensaron que "terminar el embarazo" implicaba que su hijo moriría, algo que ninguno deseaba.

El médico les explicó que su primera opción era salvar la vida de Jacqueline aunque ello supusiera la muerte del bebé porque ella podría volver a procrear.

Jacqueline estalló en llanto y apenas tuvo tiempo de procesar la información y avisar a sus padres de que le iban a extraer el bebé en la semana de gestación número 32, ocho semanas antes de que el embarazo llegara a término. José no pudo hacer más que verla partir con el personal médico que le practicaría una cesárea de emergencia, y esperar.

En sala de operaciones Jacqueline se puso muy ansiosa. "Me tenían con las manos amarradas y de aquí (de la cintura) para abajo no sentía nada. Yo preguntaba '¿qué hacen? ¿Qué están haciendo?' Hasta que me quedé dormida", narró.

Cuando su bebé ya había nacido -de dos libras con cuatro onzas-, solo pudo atisbar que tenía la cabecita morada. "Estaba completamente prietito", dijo.

Mientras Jacqueline se recuperaba, José realizaba trámites para...

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