Una nueva familia bajo el puente

Por Osman Pérez Méndez

osman.perez@gfrmedia.com

"Ahora mismo no tengo familia que me respalde. Mi nueva familia son esta gente bajo el puente", dice Alex (nombre ficticio), bajo el puente de la PR-181 sobre la PR-3. "Y tengo esta perrita, que apareció cuando estaba pidiendo en la luz, y la salvé de que la atropellaran y se quedó pegada a mí", añade señalando a una perrita peludita que tiene su propia tiendita de campaña hecha con cruzacalles junto a la covacha que ocupa Alex.

Mientras, Kathy, la dueña de otra covacha, ya está en la luz pidiendo limosna. Un perro sato de color champán cuida de lo poco que tienen sentado sobre el muro que sirve de una de las paredes a la improvisada casucha.

A pocos pasos, otras dos personas conversan junto a sus casuchas. En total, al menos ocho personas han hecho de ese inhóspito y ruidoso lugar su vecindario, recogiendo y reusando los escombros de los demás para levantar paredes con cartones viejos y acomodar allí un matress y algunas bolsas. Del otro lado de la PR-3, hay evidencia de que al menos dos personas más han colocado su matress y sus pertenencias bajo el puente del expreso de Trujillo Alto.

El sicólogo social Rafael Torruella, que trabaja con la organización Intercambios Puerto Rico, afirma que la cantidad de deambulantes ha aumentado en los últimos tiempos. "Hemos visto un alza y no solo de hombres, sino también de familias". La cantidad exacta es difícil de saber, puesto que, aunque una vez al año se hace un conteo de deambulantes, "hay municipios que no hacen el conteo correcto, y sus números son bajos, porque es algo estéticamente bonito".

El experto añade que la crisis económica y que no haya una política pública coherente para atender el asunto sino esfuerzos aislados de individuos y organizaciones sin fines de lucro, ha contribuido al aumento de deambulantes.

Cerca del Centro Médico de Río Piedras pulula otra comunidad de personas sin hogar. Allí comenzaron a levantar otra comunidad de casuchas en un espacio baldío, pero las destruyeron.

Por allí, cerca de la estación del Tren Urbano, suele andar Julio (nombre ficticio), un joven sin hogar.

"Yo tengo un techo escampado, donde no mojarme, pero tengo que madrugar y recoger las cosas y dejar el área limpia", explica sin revelar el paradero exacto de su guarida nocturna, y mientras se guarece de un fuerte aguacero bajo el techo de la estación, junto a su inseparable perro. "A veces hasta limpio ahí con un cubo de agua". Pero no es nada seguro...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR