Pepe tiene el corazón roto

Por Tatiana Pérez Rivera

tperez@elnuevodia.com

Romance en boga, poeta inspirado. Las cartas que compartieron los enamorados confirman no solo el romance sino sus escollos y el gran desenlace del que se favoreció la literatura boricua al propiciar el poema A Laura que en el 1888 recoge el mal de amores que padeció De Diego al saber que su Carmita se casaría con otro hombre escogido por su familia.

"La literatura tiene una deuda con ese amor que provocó A Laura", afirma Haydée Reichard, historiadora de Aguadilla, pueblo costero que atestiguó el romance.

"Uno tiene que echar la máquina hacia atrás para entender esto, no pensar con mentalidad del 2013", insiste al comentar cuan común era a finales del siglo XIX y principios del XX que los padres se impusieran en la vida amorosa de sus hijos.

"Eran blancos los dos pero él estaba en una esfera inferior a ella. Pepe de Diego era hijo de un español de la guardia civil pero Carmita era hija de un potentado del pueblo que tenía una casa de comercio importante. En estos momentos la gente no lo va a entender pero eso era un impedimento. De Diego tenía fama de enamorado, de bohemio, además no era afín con las ideas políticas conservadoras del papá de Carmita. De ahí viene el problema", expone la historiadora.

Ya en Barcelona comienza la separación emocional de los enamorados que tanto resiente De Diego en sus cartas, conservadas en la Colección Puertorriqueña de la Biblioteca José M. Lázaro, en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras.

De Carmita no existen fotos públicas. Solo hay referencias en cartas y poemas a su carácter jovial, a su gusto por cantar y a su belleza. Se destaca su cabello negro y un lunar en el cuello. El juramento de amor eterno que hicieron los novios en el cementerio, se consignó en el poema Mis bodas, escrito en el 1887.

En principio De Diego supo algunas cosas, como que Carmita había estado enferma. "Carmencita de mi vida", le escribió en el 1887, "ya no será nueva para mi ninguna de las dos grandes amarguras de la existencia: acabo de pasar por las dos mayores que me quedaban: que me olvidaras y que te murieras".

Poco después, al parecer la familia de la joven a quien se refería como "dulce esposa de mi corazón" interceptó las cartas que De Diego enviaba con peones y el poeta comenzó a lamentar la falta de respuestas a sus misivas. Había pedido la mano al padre de Carmita a través del poeta Luis O'Neill y le fue denegada.

"Sí, Carmita de mi corazón, no seas descuidada para...

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