De vinos riojanos y fideuá valenciana

Por Paco Villón

Especial El Nuevo Día

Hace poco nos reunimos en su casa para probar las recientes añadas de la línea de vinos Lacrimus -de las Bodegas Valsanzo- y disfrutar de una tarde lluviosa, mientras Julio, quien es madrileño, cocinaba una fideuá que es un típico plato valenciano-catalán.

Para los que no lo conozcan, imagínense una paella, pero en lugar de arroz, se hace con pasta seca, como fideos gruesos o fideos en forma de coditos. Según dicen, la fideuá la inventó un cocinero valenciano de un barco pesquero del Mediterráneo, pero como toda la cocina popular, tiene varios padres o madres.

Con unas tapitas, se descorchó el vino más sencillo, el Lacrimus Roble 2008, un vino joven hecho mayormente con Tempranillo, que sólo tiene 4 meses de barrica. Tiene aromas afrutados, es agradable en boca, con buena fruta y un posgusto corto. Cuesta menos de $ 15 (***1/2).

Empezó a llover y nos servimos el segundo vino, otro Lacrimus, pero esta vez el Crianza 2005, un año muy bueno en Ribera y en Rioja y en muchos otros lugares también. Ya éste, con más crianza, es otra cosa, con tonos rubí y el toque teja típico de la Tempranillo. Tiene aromas afrutados, con un dejo de vainilla y moderados al principio, pero que se abren luego de un rato en la copa. En la boca, muy buena fruta, taninos maduros, amables y buen posgusto. Un vino que puede añejar unos años, pero que ya está listo para beber y que se vende por unos $ 21.

Mientras tanto, la fideuá seguía avanzando y sus aromas comenzaban a ponernos impacientes, pero los arroces no se pueden apurar, hay que dejarlos a su propio ritmo. Seguimos con el Lacrimus un rato y cuando vimos que se acercaba el momento de la Fideuá, descorchamos el Alta Expresión 2004, otro gran año en Rioja, con 18 meses en barrica y 8 meses en botella, así que este sería un Reserva. Éste es un 'cupage' de 75% Tempranillo, 15% Graciano, una uva que se ha vuelto a poner de moda en Rioja, y 10% de Garnacha.

Este vino es un Reserva, con buen color, pero ligero de cuerpo, lindos aromas de frutillas rojas, que aún se están desarrollando. En boca, no es muy largo, pero tiene una buena estructura y está agradable. Me parece que es un vino que debe dejarse dormir en botella, durante 2 ó 3 años a ver cómo evoluciona. Cuesta alrededor de $ 26.

En tiempos como estos, en que los bolsillos y los precios de los vinos no siempre marchan al mismo compás, estos vinos -sobre todo, los dos primeros - son una buena alternativa: vinos honestos, para...

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