Visita con dos años de atraso

Por Ricardo Cortés Chico

rcortes@elnuevodia.com

La trabajadora social Emelyn Villegas recibió la querella a eso de las 1:15 de la tarde del jueves. No había instrucciones especiales en el caso. Solo investigar si en efecto se trataba de un caso de maltrato y si el infante estaba en peligro.

Media hora más tarde esta trabajadora social entraba ya en el residencial de San Juan donde, según el expediente, vivía el infante. El problema era que llegaba dos años tarde. Esta era una querella vieja, una de las 42,000 denuncias de abuso infantil que desde el 2010 se dejaron sin atender en el Departamento de la Familia (DF). Eran muchos los posibles desenlaces. Puede que el menor y su familia ahora vivan en otro lugar. Tal vez el maltrato ya fue superado. Existía también la posibilidad de que ahora el abuso sea más intenso.

La trabajadora social leyó el expediente del caso. El querellante relataba haber visto los golpes en el menor de 2 años. Habían sido lo suficientemente fuertes para que necesitara atención en una sala de emergencia.

El informe relataba que el abuelo del infante, fue el agresor. Los golpes habían sido en la mano y en el muslo. Supuestamente, no fue la primera vez. La mamá llevó al menor al hospital porque los cantazos habían sido intensos y necesitaba que atendieran al infante de emergencia, relató Villegas a El Nuevo Día con el fin de ilustrar lo que a diario se encuentran los trabajadores sociales al tratar de poner al día las investigaciones que fueron olvidadas en la agencia.

Ese día, Villegas se dirigió a la oficina administrativa del residencial público. La idea era corroborar que todavía la familia denunciada en el informe viviera allí. Pero apenas unos días antes se habían ido.

Ante la situación, la trabajadora social procedió a confirmar los datos básicos de las personas que aparecían en la querella.

El abuelo, presunto agresor en el caso, era paciente de salud mental. Pero su temperamento era un tanto volátil. No por culpa de los médicos sino porque el sujeto supuestamente no era muy consistente tomando sus medicamentos. La consecuencia era que a veces "se descontrolaba y se tornara violento", indicó Villegas.

Hacía menos de una semana que el sujeto se había marchado a los Estados Unidos a vivir con familiares. Meses antes, la esposa del hombre y abuela del infante también se había marchado al exterior a vivir con una de sus hijas.

El apartamento en el residencial quedó en poder de una tía que no quería cederle el espacio...

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