El 'pequeño París' antillano

Martinica

La población local y las autoridades se imaginaban que el Monte Pelée iba finalmente a escupir torrentes de lava, que habrían perdonado a Saint-Pierre, gracias al relieve.

Pero en lugar de la lava esperada, el volcán liberó un gigantesco flujo piroclástico. Esta avalancha de cenizas, bloques y gases, de una temperatura comprendida entre 200 y 450 grados C, se dirigió hacia la ciudad a una velocidad estimada de unos 180 km/h. Fue precedida por una poderosa onda de choque, seguida por un viento de retorno.

La ciudad fue soplada y luego incendiada, y una veintena de barcos fondeados en su bahía zozobraron. Más de 28,000 personas murieron en este cataclismo. Solo sobrevivieron, en Saint-Pierre, un prisionero protegido por los espesos muros de su celda (el famoso Cyparis), un zapatero que se había refugiado en el sótano de su casa, y algunos marineros, todos, gravemente quemados.

Cabe mencionar igualmente la triste suerte de miles de personas, quienes abandonaron el norte de la Martinica para establecerse, en su mayoría, en Fort-de-France, la capital política de la isla.

Estos acontecimientos provocaron una conmoción mundial que dieron lugar a vastos movimientos de solidaridad. En Francia se creó, además de múltiples acciones de beneficencia, un comité oficial de asistencia y auxilio, y se organizó una suscripción nacional bajo la dirección del Ministro. Por otra parte, Estados Unidos, Rusia, los Países Bajos, el Reino Unido, e incluso Alemania, que mantenía entonces una dura rivalidad con Francia, aportaron ayuda humanitaria.

Pero la tragedia del 8 de mayo tuvo otra consecuencia notable: el nacimiento de la vulcanología moderna, bajo el impulso del profesor Alfred Lacroix. En una conferencia que dictó en la Academia de Ciencias del Instituto de Francia, en 1902, el prominente científico no pudo hacer caso omiso de sus sentimientos:

"¡Que desgarrador espectáculo fue el que impacto nuestros ojos la primera vez que desembarcamos en el puerto [de Saint-Pierre], en esta plaza Bertin, algunas semanas antes, tan llena de animación y de vida!".

La rica historia de la ciudad se remonta a 1635, a los orígenes de la colonización francesa en Martinica. Saint-Pierre fue la capital política de la colonia hasta 1692, y siguió siendo, a continuación, su capital económica. El rápido desarrollo del establecimiento se debía, en gran parte, al comercio del azúcar, el que acarreó una intensificación de la deportación de esclavos africanos hacia esta isla...

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