El síndrome epistolar

ÁNGEL DARÍO CARRERO

ESCRITOR

Considérenme por un segundo su guía en la exhibición antes mencionada. Imagínense que entran en las salas oscurísimas de los Museos Capitolinos del Campidoglio. La curaduría sólo permite bañar de luz los documentos desconocidos, como para desvelar las pupilas selladas del pasado. El archivista Pier Paolo Piergentili asegura que es la primera vez, en 400 años de historia del Archivo Secreto, que se exponen públicamente. Crece, así, el deseo.

Vamos entrando y "Lux in arcana" ofrece documentos no sólo importantísimos, sino extraordinariamente bellos, al tiempo que acompaña con una contextualización histórica desde un excelente apoyo tecnológico. La luz se apresta a esclarecer los misterios.

Decido hacer mi propia ruta sin plantearme el orden cronológico o temático: las actas del proceso a Galileo Galilei; la carta del Parlamento inglés al papa Clemente VII sobre la causa matrimonial de Enrique VIII; la bula con la que León X excomulgó a Martín Lutero; la Causa contra los Templarios que llevó a cabo Clemente V; la nota escrita por la reina María Antonieta en la cárcel justo antes de ser ejecutada; el sumario del juicio al dominico Giordano Bruno; la carta, hecha con corteza de abedul, enviada por Pierre Pilsemont, jefe de la tribu de indios americanos de Ojibwe al papa León XIII; la angustiosa solicitud de pago firmada por Miguel Ángel; la carta de seda bordada con sello imperial de la emperatriz china Wang, convertida al catolicismo; una carta del nuncio Francesco Borgongini-Duca al término de las visitas en 1941 a siete campos de concentración en la que agradece al papa la ayuda brindada a los detenidos. Varios documentos preciosos de los orígenes del movimiento espiritual fundado por San Francisco de Asís. Cien documentos entresacados entre los 150,000 que existen en el Archivo Secreto. Después haremos el recorrido por estricto orden cronológico y temático, simplemente porque nadie querrá irse de allí.

Salí verdaderamente impresionado y con la sensación de siempre: "Cuánto me queda por aprender". En el camino no pude evitar un pensamiento errático: "Si en el futuro se preparara una exposición de algunas cartas provenientes de Puerto Rico, serían las más raras que se hubiesen visto jamás". Por supuesto que las de Melinda Romero necesitarán sala aparte, tanto por el número de las mismas como por su forma inclasificable dentro de los códigos al uso. ¿En qué sala irían? Pues no lo sé, dejémoslo al implacable curador...

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