Con la paz como arma

POR Yaritza Santiago Caraballo

ysantiago1@elnuevodia.com

Vieques - Al pueblo de Puerto Rico no le hizo falta el uso de pistolas, escopetas ni de algún otro tipo de estrategia violenta para poner fin a más de 60 años de bombardeos militares en Vieques.

En esta ardua lucha, la desobediencia civil fue el arma poderosa que sacó de esta tierra a la Marina estadounidense, gesta que significó sacrificio y dolor para miles de puertorriqueños y otros amigos de la Isla Nena que pacíficamente desafiaron a la fuerza naval más poderosa del planeta.

Hablar de desobediencia civil es hablar de rebelarse, de no acatar una norma que se tiene obligación de cumplir. Esta manifestación se distingue por ser ilegal y, sobre todo, por ser pacífica, no violenta.

Con este acto, el desobediente busca llamar la atención pública para dar a conocer su oposición a algo particular. En otras palabras, el objetivo de la desobediencia civil es traer cambios, ya sea en el sistema social o político en beneficio de algo o de una causa.

La historia de la humanidad está marcada por grandes desobedientes civiles. Mahatma Gandhi usó esta estrategia no violenta en la India con el objetivo de lograr la independencia de su país. Igual hizo el político sudafricano Nelson Mandela contra las leyes segregacionistas.

A este grupo pertenece también Martin Luther King, líder del Movimiento por los Derechos Civiles, quien predicaba la transgresión pública de las leyes racistas impuestas en Estados Unidos contra los afroamericanos. Aunque manifestaciones de este tipo, en ocasiones, han dado resultados, lo cierto es que el precio a pagar es duro, desde ser multado, ir a la cárcel hasta la muerte.

La desobediencia civil en Vieques no es algo nuevo. Durante la década de 1970, hubo manifestaciones en contra de la Marina.

Pero desde la muerte del guardia militar viequense David Sanes en abril de 1999 por una bomba militar, esta estrategia de protesta se intensificó de una manera nunca antes vista, hasta que finalmente salió la Marina el 1 de mayo de 2003.

¿Por qué? En esos cuatro años, a Vieques llegó una pluralidad de personajes de todo Puerto Rico como de fuera de la Isla. Amas de casa, jóvenes, estudiantes, médicos, ambientalistas, miembros de sindicatos, ancianos, artistas, figuras políticas, religiosas, cívicas, funcionarios electos de Puerto Rico e, incluso, funcionarios del exterior se unieron al reclamo colectivo.

Cómo olvidar a desobedientes como Rubén Berríos, presidente del Partido Independentista Puertorriqueño, que por un año ininterrumpido permaneció en un campamento en terreno militar restringido; a la...

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