'Aquí vivo como un rey'

Por Marga Parés Arroyo

mpares@elnuevodia.com

Más que un lujo, la ayuda y los obsequios que recibieron los hermanos, de conocidos y hasta desconocidos, vinieron a subsanar la necesidad de mejorar las paupérrimas condiciones en que vivían.

"La casa se nos estaba cayendo encima", cuenta Miguel, de 76 años, el más vivaracho y pícaro de los tres, quien fue maestro de música y aún imparte alguna que otra clase.

Fue el pasado Día de Reyes cuando un vecino pepiniano, Giovanni Ferrante, entró por primera vez en mucho tiempo a la vivienda de los hermanos y conoció del deteriorado estado en que se encontraba la casa que los cobijaba.

"Dos de las habitaciones no tenían piso, algunas partes de la casa carecían de paredes y la letrina estaba afuera. La casa estaba a punto de colapsar", cuenta Ferrante, quien decidió tomar cartas en el asunto y coordinar ayuda para el trío de hermanos que, según dijo, solo recibe seguro social y cupones del Gobierno.

En esencia, urgía construirles una nueva vivienda a los hermanos, pues el hogar que habitaban hace más de 60 años estaba totalmente inhabitable, incluyendo los pocos enseres electrodomésticos y muebles que tenían.

A través de las redes sociales, Ferrante dio a conocer el caso. Una de las primeras personas que respondieron fue la directora de la Vivienda de la región de Aguadilla, Mary Olga Rodríguez, quien solicitó unos fondos de emergencia para adquirir los materiales primarios para la construcción de una casa en madera tratada.

La obra comenzó en marzo y en los siguientes diez meses un ejército de voluntarios participó en la obra de la residencia, que ubica en el barrio Piedras Blancas de San Sebastián. Algunos donaron dinero, otros, materiales, y otros, su labor desinteresada.

Mientras la obra tomaba forma, Flor, el mayor de los tres hermanos, se fue a vivir a un hogar de envejecientes. Darío y Miguel, por su parte, construyeron unos pequeños ranchos en el terreno aledaño a la casa.

"Se organizó un comité de ayuda comunitaria y participó mucha gente, dejando a un lado colores, preferencias políticas y religiosas", cuenta Ferrante, dueño de un gimnasio que ubica cerca de la vivienda.

A modo de ejemplo, el pepiniano relató cómo su hijo de seis años estaba ansioso de que se le cayeran dos dientes flojos para poder aportar en la rehabilitación de la vivienda con el dinero que le dejaría "el Ratoncito Miguel".

Grupos de trabajo de varias iglesias se encargaron de gran parte de la obra, como la construcción del...

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