Atraca en San Juan el navío chileno Esmeralda

Por Osman Pérez Méndez

osman.perez@gfrmedia.com

Apodado "la Dama Blanca", el bergantín-goleta exhibe cuatro grandes mástiles a los que se conectan todo una telaraña de aparejos y sogas, que a su vez sirven para hacer funcionar las 21 velas del navío. La imagen de los marineros escalando a lo alto mástiles evocaba las épocas en que la navegación desconocía los motores y dependía del poder del viento.

A bordo, los guardiamarinas (marineros en entrenamiento) y oficiales aguardaban vestidos en uniformes blancos la llegada al muelle.

"Es un barco que tiene unos 60 años. Esta es su 13ra visita a Puerto Rico. Es su viaje de crucero número 58", explicó el capitán de corbeta Mauricio Astorga.

"Esta es la tercera ocasión que lleva mujeres a bordo como parte de la dotación. Los guardiamarinas reciben un adiestramiento de un año siendo parte de la dotación del crucero. Se gradúan como subtenientes", añadió el oficial.

"Tenemos el honor de compartir el nombre del buque en que se inmoló nuestro máximo héroe", continuó el capitán, recordando con orgullo el combate naval de Iquique en 1879 en que murió el celebrado capitán de fragata Arturo Prat Chacón. "El barco funciona también como una embajada. Eso una muestra representativa de lo que es Chile.Es un buque especial, por la historia, por el nombre, por la finalidad que cumple".

Un silbido interrumpió la conversación. El capitán explicó que todas las instrucciones y órdenes se dan a través de un pito porque a veces los ruidos hacen imposible escuchar la voz. Añadió que cada toque significa diferentes instrucciones a diferentes personas. El navío se aproximó a tierra guiado por el gran cóndor que adorna su proa.

Una vez en el muelle, la banda de música del navío entonó varios himnos y tonadas tradicionales. En tierra le respondía la banda militar de bienvenida, y no faltó una tradicional parranda. Desde el navío cerraron con una interpretación del tema En mi viejo San Juan.

Miembros de la comunidad chilena en la Isla, visiblemente emocionados, participaron del recibimiento. Algunos llegaron ataviados con trajes típicos y bailaron en el muelle la tradicional cueca.

Para el actual comandante del buque, la visita a San Juan trajo un recuerdo particular. "Tuve el privilegio de venir en el año 1986, en las mismas condiciones, en este mismo buque, siendo un joven guardiamarina, y 28 años después vuelvo como comandante. Así que es un doble orgullo, un honor poder venir nuevamente a un puerto que me vio partir en...

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