El boricua y el hielo

Hoy la columna empieza con un consejo desde el corazón: a cada aspirante a la gobernación, a la Legislatura, cualquier alcaldía o hasta para asambleísta que le pase cerca de ahora en adelante, pregúntele qué pequeño plan tiene para el nada pequeño desafío de salvar a Puerto Rico del riesgo existencial que le representa el cambio climático.No es un reto difuso, ni distante. Es algo que ya está aquí y que, para desdicha nuestra, se pondrá peor pronto. Cuente las letras que son necesarias para decir la siguiente frase y créala, porque le conviene: el futuro de nuestra isla como lugar habitable está amenazado por el cambio climático. Cuente estas también: el reto es enorme, pero superable.No seríamos la primera sociedad que tiene que adaptarse a entornos extremos. Desde la persona que, enfrentada al hielo, inventó la fogata para combatir el frío, hasta los que diseñaron y construyeron diques, desagües y otras maravillas de la ingeniería para poder habitar sitios bajo el nivel del mar, con infinitas otras muestras de ingenio y creatividad por el medio, la humanidad lleva siglos adaptándose al ambiente que elija para vivir.Nosotros también podemos hacerlo. Pero más nos vale empezar pronto, porque esto está poniéndose peor a pasos agigantados.Innumerables científicos dicen que el cambio climático está trayéndonos huracanes más potentes y con más frecuencia. Una de las principales consecuencias del cambio climático es el aumento en la temperatura del mar. Los huracanes nacen y se alimentan del calor del mar. Dos más dos, pues, son cuatro: a mayor calor del mar, más y más fuertes los huracanes.A los que no creían esto, la realidad se lo está demostrando de espanto en espanto. En 2016, Mathew devastó a Haití. En 2017, a nosotros nos rozó Irma y nos destruyó María, cuyo trauma no hemos superado ni vamos a superar en mucho tiempo. María arrasó también con Dominica, una isla independiente de 70,000 habitantes, ubicada al sureste de Puerto Rico.En estos días, vemos, con el corazón sangrándonos, lo que está pasando Bahamas, a la que Dorian, el segundo huracán más potente de la historia en el Atlántico, azotó sin clemencia por 36 horas. La costa este de Estados Unidos no ha estado exenta: en 2017, que fue la temporada de huracanes más intensa de la historia, le tocaron tres: Harvey, Nate e Irma. Resúmase el panorama así: nunca había habido tantos huracanes tan potentes en tan poco tiempo.Y viene más. Hace poco más de un año, el Panel Intergubernamental de...

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