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H ace poco regresé a Puerto Rico de un viaje a España. En mi estadía estuve observando el trato que allá se le ofrece al turista y es evidente que existe un plan estructurado entre hoteles, negocios y transportistas para ofrecer el mejor servicio posible.Al llegar al aeropuerto Luis Muñoz Marín noté de inmediato la falta de coordinación y consciencia de la importancia de un buen servicio a los turistas. De entrada, los accesos para solicitar un taxi no están claramente identificados. Al salir del área de recogido de equipaje tuve que caminar un buen trecho para llegar al despacho de taxis. Allí me encontré con tres jóvenes, conversando entre sí, y con teléfonos celulares en mano, sin ningún interés aparente de atender a los clientes. Al llegar el vehículo que me transportaría, era una guagua tipo van con un joven vestido tipo reguetonero como chofer.La guagua estaba en un estado de deterioro que estimo no pasaría ninguna inspección. Asientos rotos, interiores sucios y el panel de instrumentos con varias luces de advertencias de problemas prendidas. El aire acondicionado no funcionaba y el radio estaba a un volumen excesivo. No tenía visible el nombre del chofer ni la licencia requerida. El chofer tampoco conocía la ruta. Si el pasajero hubiese sido un turista se le habría hecho difícil llegar a su destino.Al llegar a mi residencia me indicó que el metro de tarifas estaba averiado, por lo que tenía que llamar al despachador para decirme la tarifa. En esa conversación estuvieron varios...

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