La carta de derechos del niño atleta

Por Ana V. Cintrón

Especial El Nuevo Día

Un niño de 9 años .. jugando en uno de los juegos de las Pequeñas Ligas de Baloncesto de su comunidad. corriendo de un lado de la cancha hacia la otra "dribiando" la bola para hacer otro de sus canastos espectaculares .. Era la estrella del equipo. Le llamaremos Juanito. Era un juego cerrado, y en medio de una jugada, el padre de Juanito comienza a gritarle desde las afueras de la cancha que corriera más duro . que qué le pasaba. Y para la sorpresa de todos los que estábamos allí, llegando casi a la mitad de la cancha, Juanito se paró, se eñangotó y cerrando los ojos gritó: "Papi .. ¡déjame quieto!

Y el árbitro paró el Juego, y se le acercó al padre de Juanito. No teníamos idea de lo que le habló el árbitro al padre, pero con la aprobación de todos los padres que presenciamos tal horror, el árbitro le pidió al padre de Juanito que se fuera de la cancha. Y luego más tarde se supo que esa petición había sido por el resto de la temporada. Éste y otros incidentes similares afectaban no sólo la salud emocional de Juanito, sino también la de todos los niños que componían ese equipito de baloncesto, cuya meta era seguir jugando con pasión el deporte que tanto disfrutaban. Entre esos niños estaban mis dos varones, que dicho sea de paso, después de esa temporada, no volvieron a jugar baloncesto.

Participar en el deporte, especialmente si es un deporte de conjunto, puede ser una de las experiencias más enriquecedoras para un niño. Aprender disciplina y de trabajo en equipo, a la vez que el niño disfruta del juego y se ejercita, son sólo algunos de los beneficios. Pero...

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