'Chatarra time'

ESCRITORA

Tras una reciente reunión interagencial en Nueva York, optaron por tomar una decisión de emergencia: enviar para acá a un investigador bilingüe encargado de recoger datos que pudieran arrojar luz sobre dos interrogantes peliagudas. La primera: ¿cómo rayos un mico de isla con tres millones y pico de habitantes puede haberse embrollado hasta las teleras en poco más de dos décadas? Y la segunda: ¿cuál es el plan del gobierno para asegurarles lo suyo a los bonistas?

A continuación, cortesía de mis contactos en Wall Street, reproduzco partes del informe final del investigador para beneficio de los dilectos lectores de este periódico: "A la salida del aeropuerto en un taxi sin metro, nos salió al paso un ruidoso grupete que piqueteaba en una intersección. Denunciaban los desalojos de comerciantes iniciados por la privatizadora Aerostar. Casi infarto cuando el taxista bajó el cristal y gritó: ¡Cójanlo suave que son cuarenta años! Por suerte, aceleró antes de que pudieran sacarnos los ojos con los palos de las pancartas.

Le pedí al chofer -Dionisio de nombre -que me llevara a un hotel céntrico. El Viejo San Juan es donde es, afirmó y hacia allá enfilamos ipso facto. Mientras transitábamos por la avenida Baldorioty, noté que había varios carriles cerrados. Otro tiroteo de carro a carro, comentó Dionisio, y que todavía no han levantado los postes que tumbó aquel conductor borracho la semana pasada. Bajé la cabeza por precaución y no volví a levantarla hasta llegar al puente que conecta isleta e isla grande.

Esa misma tarde, le metí pecho a mi encomienda. Con Dionisio al volante, hicimos tres paradas esenciales. El atrio del Departamento de Hacienda estaba abarrotado y la fila de entrada llegaba hasta la acera. No todo está perdido, me dije, impresionado con aquel extraordinario despliegue de civismo: la ciudadanía, consciente de la crisis, radicando temprano sus planillas. No caí en cuenta de mi error hasta que todos empezaron a corear el nombre de pila de la secretaria Acosta acompañado de adjetivos impublicables.

Una dama que batía palmas encaramada en una silla plegadiza me ilustró: ¡Es que nos han mandado unas cartas de cobro retroactivo! ¡A nosotros, los que nos fajamos trabajando y pagando contribuciones para sostener a este país! ¿Por qué no les piden cuentas a los ricachos evasores, a...

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