Ciudad sagrada

Especial para De Viaje

La capital de Israel es la ciudad más grande y poblada del país y se ubica en los montes de Judea, entre el mar Mediterráneo y la ribera norte del mar Muerto. La moderna Jerusalén se divide en un Oeste judío, próspero y moderno y en un Este árabe y menos desarrollado. Entre ambos opuestos está la mítica Ciudad Vieja protegida por murallas de piedra caliza del siglo XVI. Esta compacta meca turística tiene todas las atracciones esparcidas en menos de un kilómetro cuadrado y tres son emblemáticas para las religiones monoteístas más grandes del mundo: el Santo Sepulcro, la Cúpula de la Roca y el Muro de los Lamentos. Los barrios de la Ciudad Vieja tienen el nombre de las comunidades que los habitaron: árabes, judíos, cristianos y armenios. Caminar en sus laberínticas callejuelas es como un viaje en el tiempo. En pocos metros, se va del ajetreado zoco árabe a un jardín armenio. La mezcla sorprende y en una misma tienda hay crucifijos, jamsas, kipás y menorás. Recorrerla de noche es aún más especial. Negocios cerrados, calma y faroles amarillos le dan un toque mágico.

Seguramente el primer lugar que vea será el Monte del Templo. Esta colina natural fue soporte del gran Templo Judío en tiempos bíblicos y, según el Corán, fue desde esta loma que Mahoma subió al cielo tras su Viaje Nocturno desde La Meca. Además, el monte figura en la Biblia como el sitio donde Abraham ofreció a su hijo Isaac en sacrificio. Al llegar el Islam en el siglo VII, se levantó la octogonal y dorada Cúpula de la Roca. El bello edificio domina el perfil de la Ciudad Vieja y es uno de los sitios representativos de Jerusalén. En el mismo monte, con cúpula plateada, está la Mezquita de Al Aqsa, la más antigua de Israel. Todos los monumentos están en un jardín lleno de olivos añejos que, en invierno son cosechados extendiendo telas bajo sus copas para recoger rugosas aceitunas negras mientras otras tantas son cosechadas a mano para ser llevadas a la almazara.

Al histórico Muro de los Lamentos (HaKotel), al pie del Monte del Templo, acuden a orar judíos de todo el mundo. Lo que se ve es lo que queda del muro de contención del Segundo Templo que construyó Herodes en el 30 a.C. y que los romanos destruyeron en el año 70. Siguiendo la costumbre judía ortodoxa (el lugar es técnicamente una sinagoga), el muro está dividido en zonas para hombres y mujeres. El clima que se vive es intenso...

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