Claudicar

Gabino Iglesias

Abandonas la política y te saltas los asesinatos. Añoras los años en que aún había dos páginas de muñequitos. Te queda claro que el despiste es una ciencia, que hacerse de la vista larga es un arte y que la ignorancia es el mejor bálsamo. El enfoque pasa de los monos a los "four tracks" y de la corrupción rampante a los milagros.

Como buen animal de costumbres, casi le pides a Dios por el país, pero entonces recuerdas que hace un par de años dejaste de creer. Si no hubieses aceptado el hecho de que sobre tu cabeza sólo hay un gran vacío, que la deidad de turno deje morir miles de niños de hambre mientras le concede media docena de milagros a la Taína, de seguro te ayudaría a ver la luz.

Cierras el periódico y enciendes la computadora. El universo está al alcance de tus dedos, pero te cuesta abandonar tu terreno predilecto: el espectáculo panóptico de Facebook. Horrores gramaticales, fotos...

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