Cuevas: maravilla geológica

Por Marta Y. Garraus

Estoy de camino hacia Las Cuevas de La Mora en Comerío. Me fui con Julio Planell y Marie Montes, presidente y secretaria del Federación Espeleológica de Puerto Rico respectivamente. Allí nos encontramos con Nilda Santiago, creadora el famoso Festival de la Mora: bailes, música en vivo, recreación de actividades indígenas y una expedición a las cuevas. Nilda es un elemento clave en la protección de este sistema tan importante por su valor cultural, litológico, biológico, geológico y arqueológico. Lleva años trabajando para lograr el apoyo gubernamental y conservar estas cuevas.

Nilda nos llevó hasta un lugar en la carretera y de ahí nos adentramos en el bosque lluvioso de la zona del karso. Hay que llevar botas o zapatillas, pantalón largo, casco con linterna, y una pequeña mochila con agua y algo de comida. Según el tipo de cuevas que visites, aumentarías tu equipo con cuerdas y demás instrumentos. Considerando mi poca simpatía con las arañas, le comenté a Julio que, por favor, si veía alguna encima mía, me la quitara.

¡Por fin iba a ver las cuevas ocultas en las frondosas montañas de Comerío! Árboles, lianas, musgos y helechos nos esperaban guardando celosamente la entrada a estas cuevas cargadas de leyendas e historia.

El bosque estaba silencioso, solo se escuchaba el chasquido de las ramas al pisarlas, el machete de Julio abriendo paso entre la maleza, y el canto de algún coquí desvelado. Durante el camino observamos un riachuelo, helechos gigantes, árboles de raíces retorcidas, ortigas del tamaño de un bacalaíto y demás hiedras y plantas venenosas que es mejor no rozar. Las telas de araña flanqueaban el camino con sus hilos que brillaban como diamantes reflejando los rayos del Sol que se colaban entre las hojas y ramas.

Llegamos a una de las entradas teñida de verde, marrones y rosados. Una vez adentro puedo observar largas raíces lilas de árboles que invaden la cueva hasta lo más profundo. Dentro observamos numerosos petroglifos y grafitis que contrastan y estropean la maravilla geológica que estoy presenciando demostrando la ignorancia y falta de respeto por parte de los "intrusos". Me invade el enfado e impotencia.

Hay que gatear, trepar por las resbaladizas rocas y una vez adentro se abre un magnífico vestíbulo de...

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