Decisiones existenciales impostergables

Sergio M. Marxuach

director de Política Pública Centro para una Nueva Economía

La decadencia comenzó allá por la década de los setenta. En respuesta a la crisis global, aumentaron las transferencias federales, la nómina pública y la deuda gubernamental. Se consiguió la sección 936. Eso fue suficiente para revivir la economía por unos 25 años más y posponer reformas estructurales, dolorosas, difíciles de explicar. Procedimos entonces a gastar millones en pabellones en Sevilla, en celebraciones del quinto centenario, en juegos centroamericanos en Ponce y Mayagüez, en campañas publicitarias, en contratos de asesores y consultores, en baile, botella y baraja, en faraónicas estaciones de tren, en acueductos, coliseos y natatorios de escala romana.

Todo era bonito, nuevo, y brillante. Pero era una prosperidad hueca, una prosperidad falsa que no nos habíamos ganado con el sudor de nuestra frente. Un espejismo basado en una ilusión monetaria, en dinero tomado a préstamo a unas tasas más bajas de lo que los fundamentos de nuestra economía podían justificar. Y cada año había que tomar más dinero prestado solo para mantenernos en el mismo sitio.

Hasta que llegamos al 2006. Cierra el Gobierno, cunde el pánico entre la clase media del país. Ese tranque no era más que un síntoma, una señal de la quiebra institucional, moral, económica y social de nuestro sistema político. Pero nadie quería hablar de eso. Se impone el IVU y se crea COFINA. Esta corporación emite bonos a largo plazo, pagaderos con una porción del IVU que todos pagamos cuando compramos algún articulo de consumo. El dinero producto de las emisiones de bonos se utiliza para pagar nómina, gastos corrientes, y para refinanciar deuda existente. Sigue la fiesta, se anuncia grandilocuentemente que se ha salvado el crédito, se ha puesto la casa orden, todo esta bien. Regresen a la normalidad, por favor sigan comprando con tarjetas de crédito, hartándose de frituras, y viendo La Comay.

Pero la verdad, por más que la tratemos de ignorar o encubrir, tiene la mala costumbre de imponerse en la vida de los pueblos. El castillo de arena que era Puerto Rico se derrumbó. La economía entra en una contracción profunda. La razón de deuda pública al producto nacional bruto se dispara. Cae vertiginosamente la inversión, el empleo, el ingreso, y la actividad económica.

El FDIC interviene tres bancos comerciales que se dedicaron, en gran parte, a financiar una burbuja inmobiliaria que nadie quería admitir estaba...

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