Demotrampas de la cacocracia

ANA LYDIA VEGA

ESCRITORA

Encima, hay que sufrirse la agobiante competencia de trapos sucios a la que nos someten el partido de desgobierno y el de reposición. Viajes de cachete, asesorías de embuste, empleados fantasmas, amigotes vampiros y pidan por esas bocas.

Y, de postre, los chanchullos empasteladores de la benemérita Comisión de Ética, especialista en el fino arte del toallazo. Allí se practica el credo piadoso del hoy por ti, mañana por mí. Querella que no responda al "propio y personal conocimiento" se hundirá en el archivo sin fondo de la indiferencia oficial.

De un tiempo para acá, la fauna política ha desplazado a la farándula como fuente inagotable de chismes y escándalos. Hemos vuelto a la era de los reyes con aquellas intrigas palaciegas y aquellos secretos de alcoba que entretenían a los cortesanos aburridos. Sólo que con menos estatura épica. Y, gracias a la implacable omnipresencia de los medios, con menos tapujos. Resbale o apasione el lío de turno, no hay manera de escapar. Asistimos, sin querer queriendo, a cada cafre episodio de la serie transmitida en vivo y a perpetuidad.

El más reciente es el caso del representante prófugo. Que yo recuerde, no se había visto tal frenesí policíaco desde el arresto de Lydia Echevarría. ¡Ni que el hombre fuera la reencarnación blinblinesca de Toño Bicicleta! ¿Querrían las autoridades convencernos, con ese "overkill" ejemplarizante, de su democrática disposición para perseguir a disidentes y correligionarios por igual? Uno, claro, se goza sin demasiados remordimientos los aprietos de los mandamases, fugaz placer perverso que alivia sin curar.

Pero ¿de dónde rayos sale esa avalancha fecal que arropa al Capitolio? Algunos esgrimen la desgastada explicación de la "crisis de valores", frase cansona y hueca de tono insufriblemente santurrón. "Tus valores cuentan", cantaletean sin tregua los anuncios del Gobierno para catequizarnos en el evangelio de la conformidad.

¿Cuáles valores? ¿La ley del más listo? ¿La alergia al trabajo? ¿El canibalismo partidista? ¿El fanatismo comebiblia? ¿El miedo como estilo de vida y el consumo como única bandera? A juzgar por el billetal que derrochan o se enchivan nuestros funcionarios electos y el que nos gastamos en mangarlos y pasarlos por la piedra, la machaca mojigata podría sustituirse por una mucho más ajustada a la realidad: "Tus...

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