Derecho y Nacionalismo de Estado: El Tribunal Supremo de Puerto Rico y la identidad nacional

AutorGustavo Quiñones Pérez
CargoEstudiante de Segundo Año de la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana de Puerto Rico.
Páginas167-197

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Gustavo A. Quiñones Pérez1

Resumen

En este artículo se analizan una serie de casos en los que el Tribunal Supremo define la naturaleza política y jurídica del Estado Libre Asociado de Puerto Rico. El estudio abarca el período de mediados de siglo XX hasta el presente. Ello con el fin de establecer un desplazamiento discursivo (evolutivo para unos o involutivo para otros) por parte del máximo foro judicial en torno a la esencia del status político puertorriqueño. El autor analiza las opiniones del máximo foro judicial a la luz de diversas teorías sobre la nación y el nacionalismo de autores como Benedict Anderson, Otto Bauer, Ernest Gernell, Eric Hobsbawn y Miroslav Hroch, entre otros. Dicho análisis es uno de naturaleza historicista y tiene la finalidad de reflexionar sobre cómo dicho Tribunal imaginaba a Puerto Rico como nación, por medio de aquellas decisiones que versan sobre el ELA como status político, desde la década de 1950 hasta la decisión del caso de Pueblo v. Sánchez Valle 192 DPR 594 (2015) en el año 2015. El autor analiza además el contexto histó-rico en el que se emiten las opiniones del Tribunal. Sobre todo, en lo que respecta a las diversas fases del nacionalismo (cultural, radical y estatal) y sobre cómo la jurisprudencia analizada guarda cierta correlación con el surgimiento de un fuerte nacionalismo de Estado. El estudio culmina con un análisis normativo sobre dónde se encuentra el País en términos discursivos y hacia dónde parece dirigirse.

Palabras clave: Nación, Nacionalismo, Puerto Rico, Nacionalismo de Estado, Nacionalismo Cultural, Nacionalismo Radical, Discurso político, Anexionismo, Autonomismo, Soberanía, Tribunal Supremo

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Abstract

This article analyzes a series of cases in which the Supreme Court defines the political and legal nature of the Commonwealth of Puerto Rico. The author study the period from the mid-twentieth century until present day, to establish a discursive displacement of the Court around the Puerto Rican political status. The author analyzes the views of the Supreme Court of Puerto Rico through the light of diverse theories about nation and nationalism. The purpose of this article is to reflect how the Court imagined Puerto Rico as a nation reviewing those decisions that deal with the Puerto Rico’s political status, from the 1950s to the decision of the case of Pueblo V. Sánchez Valle 192 DPR 594 (2015) in the year 2015. The author also analyzes the historical context in which the Court’s opinions are issued. Above all, with respect to the various phases of nationalism (cultural, radical and state) and how the jurisprudence analyzed correlates with the emergence of strong national nationalism. The study ends with a normative analysis on where the country is right now and where it seems to be heading.

Keywords: Nation, Nationalism, Puerto Rico, State Nationalism, Cultural Nationalism, Radical Nationalism, Political Nationalism, Political Discourse, Annexation, Autonomism, Sovereignty

Artículo

Introducción: a la nación y el nacionalismo

Los estudiosos de los conceptos “nación” y “nacionalismo” se encuentran en un debate constante sobre cuál de éstos vino primero: si la nación o si el nacionalismo. Se trata de un tema que se puede tornar pasional en cualquier momento. Mientras algunos señalan que la nación es perenne, que es más un sentimiento colectivo que un fenómeno social y que por ello trasciende los límites del entendimiento humano,2otros señalan que es simplemente un fenómeno de la modernidad.3Asimismo, unos sostienen que la nación es la que crea al Estado,4como en el caso de Israel, mientras otros afirman que es el Estado quien diseña la nación,5como en el caso de

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Italia. En el primer ejemplo, tenemos una nación que desde tiempos bíblicos care-cía de Estado hasta que en 1948 tuvo la oportunidad de constituir su propio Estado nacional. Por otro lado, en el caso italiano ocurre lo opuesto. Una vez constituido el Estado italiano, Massimo Taparelli, Marqués de Azeglio, señaló, “[h]emos hecho a Italia, ahora hemos de hacer a los italianos.”6De manera que, en este último ejemplo, es el Estado el que crea la nación.

El concepto “nacionalismo”, por su parte, también suele ser objeto de debate entre sus estudiosos. Hay tratadistas que afirman que el nacionalismo inventa naciones allí donde no existen.7A lo cual una corriente reciente ha replicado que, a la hora de analizar la nación, no se debe partir del hecho de si es inventada o no, sino de cómo la nación se imagina a sí misma.8Y es que a pesar de las discrepancias que existen entre unas y otras escuelas de pensamiento, lo cierto es que todas coinciden en el hecho de que la nación es, ante todo, una comunidad. Los comuneros de la nación poseen como mínimo una historia, una cultura, un idioma y un destino común.

Según Benedict Anderson, la nación es na comunidad política imaginada. Es imaginada pues, a diferencia de una comunidad pequeña en donde todos sus miembros comparten cotidianamente, tienen conciencia de pertenecer a ella y se conocen entre sí, tal no es el caso en las comunidades grandes. Una comunidad que consista de una cantidad sustancial de personas que difícilmente pueden compartir cotidianamente y conocerse entre ellos, necesariamente ha de ser una comunidad imaginada. Para Anderson, “[a nation] is imagined because the members of even the smallest nation will never know most of their fellow-members, meet them, or even hear of them, yet in the minds of each lives the image of their communion.”9

La nación, precisamente por su tamaño, por la diversidad de intereses de aquellos que la componen y las peculiaridades inherentes a la convivencia humana, es una comunidad imaginada. Ello pues a pesar de que sus miembros no pueden conocerse totalmente entre sí, ni compartir a diario entre ellos, existen momentos y lugares que, curiosa y extrañamente, apelan a un sentimiento similar en cada uno de los miembros que la componen. Tal es el caso del atleta de una nación que acude a unas olimpiadas y es premiado con una medalla de oro. Los miembros de la nación que el atleta representa, a pesar de no conocerse entre ellos, comparten un sentimiento de orgullo y efusividad similar hacia ese atleta, pues dicho deportista constituye la representación de su nación venciendo a otras comunidades en un evento dado. De igual manera,

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cuando miembros de una diáspora ven una imagen de un lugar histórico de su tierra de origen o escuchan canciones de ese lugar, pueden experimentar un sentimiento de nostalgia que un extraño a la comunidad nacional sería incapaz de sentir. Por tal razón, se ha dicho que la nación no sólo es una comunidad política imaginada, sino que, además, existe entre sus miembros una camaradería profunda y horizontal.10Luego, si la nación es una comunidad política imaginada, lo próximo sería auscultar cómo se imagina la nación, o, para efectos de este artículo, cómo se imagina Puerto Rico, por ejemplo. El Dr. Juan Manuel Carrión ha logrado resumir de forma admirable las diversas versiones de ese imaginario nacional:

Los que imaginan a Puerto Rico como nación se han dividido históricamente entre autonomistas e independentistas. Habría entonces dos versiones principales del imaginario nacional puertorriqueño, v.g., el que encuentra sus orígenes en Román Baldorioty de Castro y Luis Muñoz Rivera y tiene como patriarca a Luis Muñoz Marín; y el que en sus orígenes encuentra a Ramón Emeterio Betances y considera a Pedro Albizu Campos la figura cimera del nacionalismo. Dos Imaginarios nacionales, dos nacionalismos puertorriqueños distintos … Ambos movimientos pueden describirse como nacionalistas en el sentido de que para ambos Puerto Rico es la nación y no [Estados Unidos]. Los nacionalismos no necesariamente buscan la independencia, aunque ése sea el caso más común cuando no se posee Estado propio. Otros puertorriqueños consideran a Estados Unidos su nación. Un imaginario nacional formulado por puerto-rriqueños se articula como versión ‘criolla’ del imaginario nacional ‘metropolitano’…11Durante la primera mitad del siglo XX, estos tres ideales se encontraban en una competencia por instaurar su discurso como discurso institucional del Estado puertorriqueño. La pugna entre estos ideales consistía en cuál de ellos llegaría a establecer su ideal como nacionalismo de Estado, como una religión civil impuesta desde arriba, desde el aparato estatal. Para entender la importancia del nacionalismo de Estado es preciso remitirnos a Nietzsche. Según Nietzsche, no hay hechos, hay interpretaciones.12Luego, si no hay hechos, entonces, ¿dónde está la verdad?

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Foucault va a decir que la verdad es la interpretación que hace el poder sobre deter-minado hecho. Así, la verdad es hija del poder, impuesta por éste a las masas.13Por lo tanto, uno de los fines que persigue toda facción que aspira a controlar el Estado, es convertir su discurso en la verdad establecida desde el Estado, desde el poder. Iré enlazando estos conceptos a lo largo del artículo, pero, por lo pronto conviene ahora revisar el desplazamiento del nacionalismo puertorriqueño a lo largo del siglo pasado.

El discurso autonomista: evolución y hegemonía

El nacionalismo en el Puerto Rico del siglo XX pasó por las tres (3) fases que identifican M. Hroch y P. Chatterjee en sus respectivas obras.14Estas son: a) el nacionalismo de...

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