Después de las elecciones

SERGIO M.MARXUACH

director de Política Pública para el CNE

Después de once meses de intensa campaña electoral, y a casi dos semanas de las elecciones, el país está regresando a la normalidad. Es un buen momento para hacer una composición de lugar. ¿Dónde estamos como país? ¿Cómo podemos salir de la coyuntura en que nos encontramos?

La primera conclusión es obvia: el país se encuentra irremediablemente dividido. Somos el país del 47%. Dos de las ultimas tres elecciones para la gobernación se han decido por menos de 1%. Bajo estas condiciones de tranque político, a menos que surja un liderato excepcional, ningún partido o facción política podrá imponer soluciones unilaterales a los problemas del país.

Segundo, nos encontramos en el interregno, donde el orden establecido ha muerto pero el nuevo no ha nacido aún. El tranque alrededor del 47% demuestra la debilidad relativa de los partidos políticos tradicionales ya que todos han dejado de crecer.

El surgimiento de tres partidos nuevos, el debilitamiento de las afiliaciones partidistas, y la reducción en la participación electoral, son señales de profunda insatisfacción con el orden establecido. En las elecciones del 2000 votaron 2,012,135 personas por tres candidatos a gobernador, mientras que hace dos semanas votaron 1,841,265 personas, una reducción de 170,870 personas, o un 8.5%, aún cuando la oferta electoral se había duplicado a seis candidatos a gobernador. Esa reducción se debe, en parte, a la frustración con el proceso político tradicional, y en parte al aumento en la emigración que hemos experimentado durante la ultima década, a los miles que, como dicen en Estados Unidos, ya "han votado con los pies."

Tercero, los problemas del país son de una escala monumental. La lista es larga y conocida: una población decreciente; un crecimiento económico anémico; altos niveles de desempleo, pobreza, y desigualdad social; un déficit estructural que aún persiste; una tasa de endeudamiento insostenible; varias corporaciones públicas insolventes; tres sistemas de retiro quebrados; una alta incidencia criminal; un sistema de salud pública deteriorado; y un sistema de educación pública deficiente.

A primeras luces esta combinación de liderato débil y problemas sumamente complejos podría parecer como un escenario verdaderamente tétrico. Sin embargo, estudios publicados recientemente sobre los procesos de concertación social que se llevaron a cabo en Europa durante la década de los noventa nos brindan...

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