Ecocultura

Yara Liceaga

El agua infunde respeto, pensé cuando vi la franja robustamente veloz y marrón que nos separaba de la ruta hacia Toa Baja. Corría de prisa el año 1984.

Cualquiera que haya visto manifestarse la marejada en un día soleado en Mar Chiquita, por mencionar un "spot", puede sentir la violencia con que el agua se desenvuelve. Basta vivir cerca de una de sus manifestaciones -ríos, tributarios, lagos, lagunas, charcas, estuarios, mar- para acostumbrarse a sus vicios, a sus caprichos.

En realidad, en el archipiélago puertorriqueño, estamos muy poco adiestrados en los asuntos del agua. Dudo que haya alguien que viva demasiado lejos de alguno de sus cuerpos: rodeados e intervenidos por el líquido en sus diferentes formas, es difícil escapar de él. Es decir, con 224 ríos, 553 quebradas nombradas y el azul que nos persigue adonde quiera que la vista quiera extenderse, es desafortunada nuestra profunda ignorancia en el...

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