Es hora de innovar

JOE GARCÍA

REPRESENTANTE DEMÓCRATA EN EL CONGRESO DE ESTADOS UNIDOS

Por ejemplo, la AEE insiste en rehabilitar plantas generatrices que se construyeron hace décadas y que hoy son dinosaurios, particularmente Costa Sur y el complejo Aguirre. Su ubicación y razón de ser estaban ligadas a un sector petroquímico de los 60. El combustible que han quemado por décadas, altamente tóxico, provenía de los residuos del proceso para refinar petróleo crudo pesado. Este proceso, a su vez, consumía grandes cantidades de energía, y tanto esa actividad como la de generación de AEE producían (y producen) emisiones tóxicas astronómicas y nocivas para la salud. No es casualidad que la Isla tenga una de las tasas más altas en el mundo de enfermedades pulmonares. En fin, es un círculo perverso y una cadena que compete al pueblo de Puerto Rico romper de una vez.

Ciertamente, la conversión a gas de los "dinosaurios" es parte de una solución integral, pues inyectar más generación a gas es clave en una estrategia para diversificar las fuentes de su matriz. Sin embargo, esto debe hacerse prudente e inteligentemente. El gas, como todo combustible fósil, implica dos cosas fundamentales: la quema de un recurso limitado para producir energía y el costo de un combustible que está sujeto a fluctuaciones de mercado y condiciones geopolíticas.

Aun así, el gas ha de ser fuente muy importante para sustituir la quema de petróleo y diesel, pero también la inserción notable y urgente de energías renovables tiene que ser una prioridad. Y ello puede hacerse rápidamente, apagando toda la generación obsoleta e invirtiendo en ciclo combinado moderno y con gas natural. Así pues, la red eléctrica será confiable y eficiente en costo, y estará además óptimamente facultada para aceptar energías intermitentes del sol y el viento.

Esto es sentido común, no sólo desde la óptica ambiental, sino, más aún, desde el ángulo económico. La Isla no puede producir pollos de forma económicamente viable mientras industrias en Arkansas paguen unos 7 centavos el kilovatio. Ni tampoco su industria puede producir componentes electrónicos o plásticos, ni mucho menos aprovechar su mano de obra experimentada en producción de medicamentos bioequivalentes según menguan los empleos en productos con patentes, cuando en Texas se paga unos 8 centavos el kilovatio. Es imperativo que el Gobierno local, la industria y la AEE promuevan urgentemente la competitividad de Puerto Rico, como lo han hecho ya todos los estados...

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