“Estamos viviendo lo que muchos boricuas”

ALTAMONTE SPRINGS, Florida.- El representante republicano de Florida, el puertorriqueño Bob Cortés, tiene en el patio de su casa, y que ubica en un terreno de acre y medio, un “pequeño Puerto Rico”. Son varios parchos verdes en los que tiene sembradas varias matas de guineo, palitos de gandules, un árbol de guayaba, otro de china, pimientos y, obviamente, el indispensable árbol de aguacate.

El de limón se lo regalaron en su primer día de trabajo, cuando se inauguró como representante estatal, un cargo que asumió en el 2014 y que es el más reciente peldaño en una carrera en el servicio público y por el cual dejó un exitoso negocio de grúas llamado “Cortés Towing Services”. De hecho, fue esta empresa la que lo remolcó al mundo de la política, primero como comisionado y luego como alcalde de la ciudad de Longwood. Pero en este cargo solo estuvo seis meses. Renunció para aspirar al puesto electivo que ahora ocupa. ¿La razón? Dice él que desde aquí podía hacer más por su Puerto Rico, tierra que –si bien no lo vio nacer– es donde están sus raíces y donde pasó su niñez, particularmente en Hato Tejas, Bayamón.

Tras el paso del huracán María por la isla, el gobernador republicano de la Florida, Rick Scott, ha promulgado diversas iniciativas para facilitar la vida a miles de boricuas que han llegado al estado buscando refugio. Prácticamente todas han sido ideas de Cortés y que ha acogido el primer mandatario. Eso le llena de gran satisfacción, según dijo. Entre estas, se encuentra la que ha permitido que niños boricuas sean admitidos en las escuelas aun si no tienen sus documentos; la que eximió a maestros y profesionales técnicos del pago de licencias y certificaciones, y la que permitió la creación de centros multigubernamentales de ayuda para los boricuas que llegan a este estado buscando refugio.

Cortés recibió a El Nuevo Día en su casa. Se le había olvidado le cita para la entrevista y al abrir la puerta, estaba algo despeinado y con la vestimenta que se usa en la casa. “Yo sabía que tenía algo a las 10:00 a.m., pero no me acordaba qué era”, aceptó, al pedir unos minutos para prepararse. Al rato, reapareció con una camisa polo y un mahón. En su muñeca izquierda, un Apple Watch negro que, de vez en cuando, soltaba un chillido.

Tanto interés en Puerto Rico obliga a preguntar si tiene algún interés en aspirar a un cargo público en la isla.

—En Puerto Rico, me lo han preguntado y solo les digo: “Gracias, pero no gracias”. Aunque uno nunca debe decir...

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