La eterna pesadilla del CRIM

Por Yaritza Santiago Caraballo

Esa es la fila para entrar la oficina regional del Centro de Recaudación de Impuestos Municipales (CRIM) que ubica en el tercer piso. Apenas faltan 30 minutos para que el CRIM inicie su jornada y por lo menos 70 ciudadanos de Bayamón y de pueblos aledaños, ya se han anotado en una lista de espera para radicar sus planillas de propiedad mueble; buscar certificaciones de deudas o no deudas o estados de cuentas, hacer pagos, solicitar revisiones y auditorías de planillas mueble e inmueble, y realizar cambios de nombre, dirección y dueño de la propiedad, entre otros servicios que le fueron entregados al CRIM en 1991.

Esta entidad municipal, manejada por los alcaldes, recauda, recibe y distribuye los fondos relacionados con la contribución sobre la propiedad y la contribución especial.

"Esto es así siempre. Hay que madrugar para coger un buen turno porque si no estás aquí todo el día", expresa Betsy López, de Toa Baja quien solcita una certificación de no deuda para tramitar su retiro de la Policía.

"Yo tuve que venir a la una de la madrugada para anotarme. Hice el número dos (en la lista), me fui a dormir a mi casa, y regresé a las 6:30 a.m.", agrega.

Llegar a esta oficina es complicado. No tiene acceso directo desde la avenida y tampoco tiene estacionamiento dentro del edificio por lo que hay que luchar por un espacio entre las calles.

Faltando cinco minutos para las 8 a.m. el tumulto de personas entra como manadas al edificio y se ubican frente a dos elevadores para subir al tercer piso. Durante la espera, un hombre cuenta que el día anterior uno de los ascensores se quedó en cuatro ocasiones con personas dentro. "Ay no diga eso que me asusto", le dice una mujer que esperaba en fila para subir.

Sin contratiempos, llegan al tercer piso donde un letrero lee: " El CRIM le da la bienvenida". Pasada la puerta principal, se llega a una sala limpia pero atestada de personas, algunas molestas por el cobro "injusto" de un "impuesto" por sus residencias.

Uno de ellos, Rómulo Miraglia, de 77 años y residente de Bayamón, llega a reclamar al CRIM el cobro de $257 por una propiedad suya cuando antes no pagaba esa contribución. "Antes yo estaba exento pero me pusieron a pagar un impuesto. Parece que el gobierno necesita el dinero y por eso están poniendo a la gente a pagar", declara. Mientras el hombre explica su malestar a este diario, una empleada pide a las personas en la sala a sentarse en las sillas en el orden de la...

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