Eucaristía

Ileán Pérez Cruz

La esperanza es el motor de la pasividad. Contiene. Aguanta. Repite que las cosas pueden cambiar por sí solas. cuando los resultados inequívocamente nos gritan y hacen burla diciendo "te pasé, te pasé, te pasé el rolo".

Y así, inmovilizados entre tapones, yuxtapuestos a los malls, sosegados por la esperanza tomamos la ruta de escape, dejamos que nos den ñaquis. Rostizados a fuego lento.

Nos acomodan y reacomodan cual rutina cuatrienal para servir de comestible a los banquetes gubernamentales y de amigos especiales. El menú a la carta: esperanzados sazonados de corrupción, con un dejo de fraude a la burocracia, sobre una cama de bacalaos. Degustados ante un selecto grupo de comensales.

A poco más de un mes de las elecciones y ya los muertos reviven con tal de no perdérselo. Los postrados y los discapacitados cobran una lucidez vital para presenciar la eucaristía carnavalesca de este banquete.

Los rojos votan por los azules. La Isla parece un submarino de atornillados. Blindada hasta el Monte del Estado para contener cualquier golpe y prevenir una embestida.

Entonces el blando marullo de la esperanza...

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