Familias en prisión logran reencontrarse

Ella ingresó al salón un poco antes que él. Lucía temerosa, perdida y cabizbaja.

Traía sus manos entrelazadas y entre ellas guardaba con evidente recelo un sobre blanco y una flor hecha de papel. Se sentó a la mesa a la espera del encuentro más esperado de su vida. El tiempo, de seguro, se le hizo eterno.

A los pocos minutos llegó él, intentando reconocer con su mirada a aquella mujer que dejó de ver hace 14 años, cuando era un adolescente. Lucía emocionalmente cargado.

Finalmente, después de 14 años sin hablarse, se dio el abrazo e intercambiaron miradas a solo 12 días del Día de Navidad. Para ellos, se trató del momento perfecto; del inicio de un proceso de sanación y perdón que –en su momento dado– los liberará emocionalmente del dolor, las grietas y las culpas o rencores que aún cargan.

“Yo me siento bien, fíjate. Hace tiempo que no la veía. A pesar de todo lo que haya pasado, comoquiera sigue siendo mi madre. No le guardo rencor ni na’, viste, comoquiera la amo”, afirmó Emmanuel Rosario Ojeda, de 30 años y quien cumple una pena de tres años.

Él estaba nervioso y asustado, admitió. Ella lo miraba y por momentos le tocaba las manos sutilmente. Le entregó la carta. Hablaron y sonrieron tímidamente.

“Tantos años y verlo así, de momento. Ya está hecho un hombre. Yo lo dejé más chiquito”, compartió Evelyn Ojeda tratando de controlar las emociones.

Rosario Ojeda dejó de ver a su madre cuanto tenía 14 años. Ella enfrentó un proceso judicial por el asesinato de su otro hijo varón, lo que le valió una sentencia de 99 años de cárcel, de los cuales ha cumplido 14. Fue Rosario Ojeda quien reveló a las autoridades que su madre y padrastro eran los responsables de la muerte de su hermano, Alberto.

“A mí se me ha hecho un poco difícil perdonarme por lo que sucedió con mi niño y no ha sido fácil, pero yo era una adicta. Yo preferí ser adicta y mujer que ser madre. Eso era una esclavitud, que no se lo deseo a nadie”, dijo.

“Yo le doy gracias a Dios y a mi hijo que estoy aquí para contarlo, porque él hizo lo que tenía que hacer, lo que debí haber hecho yo. Él lo hizo por mí y yo lo amo con mi vida”, agregó la mujer para, acto seguido, tocarle la frente.

A unos pies de distancia estaban Ilka Cruz Rosario y Héctor Luis Cordero Cruz. Madre e hijo no compartían hace un año y dos meses. Ese es el tiempo promedio que transcurre para que familiares recluidos en diferentes instituciones del Departamento de Corrección y Rehabilitación puedan encontrarse...

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