Filme de sólidos personajes

Por Juanma Fernández-París

Especial El Nuevo Día

Toda esa sustancia y el talento del director para este medio es más que suficiente para generar un filme superlativo, pero a eso se le añade las actuaciones espectaculares de Christian Bale, Bradley Cooper, Amy Adams y Jennifer Lawrence en roles maravillosamente complicados dentro de una historia cuyas secciones más increíbles y audaces vienen directamente de la vida real. El toque maestro de Russell es siempre enfocarse en los personajes que existen en una trama con espacio para comedia, drama, suspenso y un sin número de otros matices coloridos.

El motor dramático del guión de American Hustle es una operación especial del FBI que al final de la década de los setenta logró exponer la corrupción detrás de la alcaldía de New Jersey y dejo tras las rejas a varios senadores y delegados del Congreso de los Estados Unidos. El primer acierto de Russell como director es darle veracidad a ese contexto para entonces enfocar toda su atención en los personajes que fueron los elementos catalíticos para que estos arrestos se dieran. Entre ellos están Irving Rosenfeld (Bale) un hombre de negocios que se rehusa a conformarse con el éxito moderado de sus lavanderías y usa su tiempo libre para timar clientes que buscan tener éxito en el mundo del arte y las finanzas. Su contraparte femenino es Sydney Prosser (Adams), una mujer ambiciosa que ve en su romance con Irving la posibilidad de reinventarse como alguien que nunca ha experimentado ningún tipo de fracaso o desilusión.

La primera sección del filme muestra como los fraudes que estos dos llevan acabo van alimentando su romance y su fantasía de que van a tener un final feliz, a pesar de que Irving esta casado Rosalyn (Lawrence), una joven desequilibrada que se rehúsa a aceptar el divorcio como una opción. Bajo otra dirección, estas secuencias mostrarían detalladamente cómo funcionan las operaciones de estos dos timadores. Sin embargo, Russell tiene bien claro como director que este filme es un estudio de personajes, aún cuando ciertas secciones de la trama son particularmente espectaculares. Con eso como su credo dramático, el director crea secuencia tras secuencia que logra que el público literalmente pueda pasearse por el mundo interior de estos personajes. Esto destruye cualquier noción de una narrativa tradicional pero le entrega al espectador una experiencia audiovisual irresistible.

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