Se formó el rumbón

Por Marcos Billy Guzmán

Especial El Nuevo Día

El acostumbrado desfile de cabezudos volvió a recorrer la calle desde la Escuela Abraham Lincoln, donde zanqueros, vejigantes y hasta criaturas semigóticas entretenían a la gente.

Cerca de la puesta del sol, amigos y familiares se amontonaban repentinamente para entretenerse aplaudiendo, saltando y tocando maracas. Sin embargo, entre ellos, el verdadero rumbón lo formaron los grupos Plenéalo y Zarabanda, que se juntaron a creativos personajes que iban desde la Mujer Maravilla hasta el Chavo del Ocho.

Niños, jóvenes y adultos recorrían las adoquinadas calles en familia mientras degustaban bacalaítos, empanadillas y alcapurrias. Algunos de estos perpetuaban su felicidad tomándose fotografías en cómicas poses.

El derroche de artesanía también era indudable. Diversas pinturas, tallas, retratos, sombreros, estampillas, camisas y hasta jabones de chocolate formaban parte de la propuesta que muchos artistas del patio apostaban para persuadir a los miles de consumidores que andaban hacia arriba y abajo por la Ciudad Amurallada.

Los presentes, entretanto, gozaban con suma peculiaridad. De gorras con puyas y tutús...

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