“Fue bien fuerte para mí”

“Mi esposo murió dos días después del huracán”.

Eso me dijo sorpresivamente la profesora Ada Mildred Alemán al empezar la conversación.

La llamé para hablar sobre la triste situación de muchas familias que, en medio de la emergencia provocada por el huracán María, han tenido que enfrentar la muerte de alguno de sus miembros. Su comentario era pertinente pues está certificada como tanatóloga, especialidad que trata del proceso de la muerte.

Resultó que su comentario vendría de la experiencia, tan propia y, a la vez, tan similar a la de muchas otras personas. Estadísticas del gobierno revelan que, en los 10 días siguientes al ciclón, un promedio de 117 personas murieron diariamente, lo que representa un alza de 30% respecto a la misma fecha en el 2016.

“Aún con mi preparación fue bien fuerte, bien fuerte”, explicó la educadora.

Contó que su esposo estaba en el hospital por su condición de Parkinson, debido a la cual también había desarrollado demencia. “Pasamos las dos tormentas en el hospital”, dijo al referirse a los huracanes Irma y María.

Por el carácter degenerativo de esa enfermedad, ya habían hablado de qué se haría en la despedida. Pero la situación del país no permitió que se cumpliera lo predispuesto.

“Teníamos ya la funeraria y se habían hecho los arreglos funerarios. Pero no se podían hacer allí, y cuando empezamos a buscar otras funerarias, no todas estaban funcionando, y las que habían, estaban llenas de cuerpos. Trabajaban pocas horas por los generadores y el espacio que te daban para velar era de tres o cuatro horas”, describió Ada Mildred.

“No pudimos cumplir el ritual como lo habíamos planificado, porque lo íbamos a velar y luego a cremarlo. Pero no se podía velar porque el cuerpo estaba necrotizado” a causa del tiempo que pasó desde que murió, el 22 de septiembre, hasta el día en que finalmente se entregó para entierro, en octubre.

“Cuando íbamos a llevar la ropa que se le iba a poner a la funeraria, me llaman para decirme que no se podía embalsamar. Fue bien fuerte para mí”.

“Cuando estabas en la funeraria sentías que olía mal... ir a medicina forense y allá también había hedor”, recordó la mujer que hace unos años tuvo que enfrentar la muerte de uno de sus hijos.

El esposo tenía dos hijos “y solo una pudo llegar, pero no pudo estar en el velorio y el entierro por los retrasos”, lamentó.

Además, con los problemas de comunicaciones y de falta de accesos, tampoco pudo avisarle a la familia de su esposo, que vive en San...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR