Gran éxodo en la zona sur

GUÁNICA.- Desireé Bonilla no se ha ido todavía de Puerto Rico y ya sueña con regresar. "Me gustaría algún día regresar a mi tierra, a mi patria. Mis niñas también me dicen que tienen el sueño de volver", dice la joven madre de dos niñas, de 5 y 3 años.Desireé, de 27 años, fue entrevistada, en días recientes, en un campamento de refugiados de los terremotos ubicado en una árida llanura sin asfaltar, junto a una cancha bajo techo, en el sector Reparto Oasis de Guánica.Otras decenas de personas que, o no tienen casa para regresar, o le temen a la que tienen, pasan sus días allí bajo carpas improvisadas, entre el calor y la polvareda, dependiendo básicamente de la caridad ciudadana para sobrevivir.La única puerta de salida al abandono para muchos de ellos ha sido la que, con mucho miedo, abrirá Desireé en unos días: este miércoles, la joven, su esposo, José Báez, y sus niñas Eerised Ortiz Bonilla, de 5 años y Desireé Lee Báez Bonilla, de 3, se van a Taft, Texas, a tratar de reencontrar la vida que, como a tantos otros, se le derrumbó en los terremotos que sacudieron a la isla los pasados 6 y 7 de enero.Desireé ni su esposo hablan inglés, nunca han ido a Taft, ni saben nada de ese pueblito de poco más de 3,000 habitantes, casi todos blancos, ubicado al sur de Texas, a dos horas y media de la frontera con Reynosa, en el estado mexicano de Tamaulipas. Pero lo que saben, explica Desireé, es suficiente: "Mi cuñada vive allá hace como dos años y nos ofreció su casa como refugio".Desireé nunca había pensado en irse de Puerto Rico. Vivía aquí en paz con sus niñas y sus estudios en enfermería (le faltan "cuatro o cinco clases" para terminar su grado). Su esposo, que tiene tres hijos mayores de un primer matrimonio, trabajaba regularmente como paisajista.Su niña mayor había empezado su kindergarten y estaba encantada con su "Misis Virgen" y su "Misis Maritza". "Me sentía que tenía estabilidad", dice Desireé.El terremoto lo cambió todo.El esposo no ha vuelto a trabajar. Las niñas viven "pensando todo el tiempo que esté temblando", según Desireé. No han recibido ninguna asistencia para la difícil situación que atraviesan "porque las ayudas no están llegando cuando tienen que llegar ni a quienes tienen que llegar".Pero lo peor de todo, lo que dio la motivación final para que Desireé y su esposo se decidieran a dar el arriesgado salto hacia un país que no conocen, es que, como decenas de miles de otros, todavía no sabe cuándo, ni en dónde, su niña mayor...

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