Fotógrafo de la Historia

Por Nilka Estrada Resto

nilka.estrada@gfrmedia.com

Don Pablo Casals tocando el violonchelo en el cuarto de un hospital, Rafael Hernández Colón cambiándose de camisa en un helicóptero, Roberto Clemente en la intimidad, una monja enarbolando la bandera del Partido Popular, Abelardo Díaz Alfaro saliendo de un matorral, Lolita Lebrón arrodillada sobre la tumba de don Pedro Albizu Campos, un ciclista desnudo pedaleando frente al Capitolio y Muhamed Alí en bata y descalzo forman parte de la colección de Ramos.

Una selección de sus mejores fotos va a formar parte de un libro sobre su trayectoria periodística que está en proceso.

Nacido en Humacao, trabajó en El Imparcial antes de pasar a El Nuevo Día. Se ganó la confianza de deportistas, políticos y artistas gracias a su agudo olfato para la noticia y, como buen periodista, cultivó importantes fuentes que le daban exclusivas fotográficas. A base de astucia, maña, esfuerzo y estrategias personales logró fotos que le dieron la vuelta al mundo, entre ellas las de los aviones de la Guardia Nacional quemados por los Macheteros y, por supuesto, las de Roberto Clemente.

¿Por qué retrataste a Clemente de espaldas el día de su mayor triunfo?

Es una foto simbólica. Tenía los elementos de lo que él era: su número, el 21, y estaba en el right field. Ese fue el último juego de la temporada. De no hacer ese hit se hubiera quedado en 2,999. Cuando Roberto murió, el director de El Nuevo Día, Carlos Castañeda, estaba en España y dio instrucciones de que buscáramos todos los negativos de Clemente e hiciéramos pruebas de contacto. Al verla, Alfredo Cubiñá gritó: "¡Mira la foto de portada aquí!". La foto corrió el mundo entero. Lo que había sido un saludo de Roberto se convirtió en una despedida. Yo he regalado más de mil fotos de esa.

¿Qué les dirías a los que piensan que el pitcher tiró un bombito para que Clemente lograra el hit 3,000?

Que es mentira. Fue un hit verdadero, por la forma en que le lanzaron y por la forma en que él le dio a la bola. Le dio con fuerza.

Después de tomar esa foto seguiste a Clemente hasta las duchas, ¿por qué?

Roberto era la noticia. A mí me dijeron que lo siguiera a todos lados. Él me vio en las duchas con la cámara y me dijo: "Espérate, déjame ponerme una toalla". Se la puso, empezó a enjuagarse y yo a retratar.

¿Cómo desarrollaste ese nivel de confianza con Clemente?

Éramos como los hermanos que pelean y después están contentos. Roberto y yo tuvimos un problema cuando él le dio a un árbitro y yo lo retraté para El Imparcial. Me tomó mucho tiempo desarrollar confianza con él. Poco a poco, pasándole la manita, me convertí en uno de los fotógrafos más cercanos a Momen, como le decíamos.

¿Y qué fue lo que...

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