En la iglesia del “Conejo Malo”

I.

Una cortina negra se abre y de repente ahí está, Bad Bunny. Gafas blancas, sombrero de ala ancha, una camisa Gucci, pantalones negros y unas tenis rojas, aparece en una improvisada sala de prensa en el Centro de Convenciones de Puerto Rico.

Se le ve nervioso, pero trata de disimularlo caminado con ese andar de medio la’o característico de los raperos. Enseguida se sienta, sube las piernas en la mesa donde están ubicados varios micrófonos y empieza a contestar preguntas con desparpajo tratando de no soltar el personaje que ha creado y con el que logrado atraer a millones de personas alrededor del mundo en lo que denomina la “nueva religión”.

Esta es la primera conferencia de prensa que ofrece en el país desde que en el 2016 despegó su carrera a través de las redes sociales logrando lo que pocos: alcanzar la fama internacional sin haber sacado un disco y prácticamente sin el respaldo de grandes medios de comunicación.

“Odio las entrevistas porque a veces me preguntan tanta zanganería, pero ustedes me han preguntado cosas buenas. Los felicito, se han botado”, señala con un dejo de cinismo, sin pleitesías ni consagraciones, demostrando que las reglas del juego han cambiado y que, para alcanzar la fama, por ahora, no los necesita.

II.

Afuera del salón, en la calle, miles de personas, en su mayoría jóvenes, bordean el Centro de Convenciones de Puerto Rico para entrar a verlo en su primer concierto masivo en el país, titulado “Trap Kingz”. Desde las 5:00 de la tarde adolescentes, adultos y niños han abarrotado este recinto en Miramar para disfrutar de su espectáculo, el cual originalmente estaba pautado para octubre, pero que se movió de fecha debido al paso de los huracanes Irma y María.

Varias patrullas de la Policía de Puerto Rico, la Unidad Canina de dicho cuerpo, seguridad privada y puntos de acceso con detectores de metales, dan la bienvenida a las más de 20 mil personas que compraron boletos para acudir al show y que buscan el acceso más rápido para poder entrar al recinto, donde el animador Víctor Santiago grita desde la tarima “¿están listos para Bad Bunny?”

Unas jóvenes que no deben alcanzar los 20 años se bajan de una guagua Mercedes Benz que maneja una persona adulta, quien espera a que bajen y sigue su camino. Detrás, en un auto sin aire acondicionado, con las ventanas abajo, dos chamacos van calentando motores con la canción “Chambea”, mientras tratan de conseguir estacionamiento. En la fila para entrar aguarda una mujer de 34...

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