Un imperativo impostergable

JOSÉ L. ARBONA

EXRECTOR DE LA URP, RECINTO DE aguadilla

¿Hemos notado la cantidad de asuntos federales que forzosamente ocupan la atención primaria de nuestro gobierno y que realmente agravan nuestros problemas, más que resolverlos? Asuntos como requerimiento de proveer espacios mínimos en las cárceles; urgencia de facilitar múltiples servicios para estudiantes con impedimentos; obligación de comprar combustibles costosos para minimizar la contaminación del aire y mil cosas más, sólo para satisfacer estatutos federales. Cierto es que muchas de estas leyes son beneficiosas, pero no olvidemos que fueron diseñadas para la sociedad estadounidense, donde el ingreso por persona es tres veces el nuestro. Para nosotros, la carga es casi incosteable y nos lleva de crisis en crisis. Así pues, necesitamos poderes para alinear las disposiciones de cumplimiento federales con nuestra realidad social y económica.

También necesitamos poderes para experimentar con alternativas que ahora no están a nuestro alcance. Por ejemplos, comerciar con Estados Unidos y otros países sin estar sujetos a restricciones federales que dificultan o encarecen las transacciones, como las leyes de cabotaje; imponer cuotas de importación o arbitrios sobre algunos productos norteamericanos y extranjeros y así facilitar una estrategia de sustitución de importaciones, o debilitar el negocio del narcotráfico al tiempo que se ayuda al adicto, autorizando el uso de algunas drogas ilícitas, bajo...

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