'Lo importante es que estoy respirando'

"Estoy paralítico, esa es mi situación actual", afirma contundente el sonero Carlos "Cano" Estremera sin que le tiemble la voz.No es de extrañar; quien habla se ha caracterizado a lo largo de sus más de 35 años de trayectoria por ser un hombre de verbo fuerte, un bravo en la tarima, un hombre que se enfrentó de tú a tú con la muerte hace cinco meses cuando fue trasplantado de ambos pulmones."Estoy recibiendo las terapias ambulatorias (tres veces a la semana) para que al llegar el momento estar preparado para aceptar el destino que me espera de una manera u otra, porque estoy paralítico y eso no es de embuste, esa es mi realidad. No puedo caminar, ando en silla de ruedas y las pruebas que me han realizado han salido inconclusas. Espero que el mismo cuerpo actúe, sería la única manera. Cuando uno estuvo tan cerca de la muerte como yo lo estuve aprendemos a aceptar que no todas las cosas en la vida salen como uno quiere", dijo Cano a El Nuevo Día vía telefónica, desde Filadelfia, adonde se ha trasladado junto a quienes nunca se han separado de su lado, su esposa, Yamira Arce, y su hija Karla Estremera. Las mujeres de su vida.A pesar de todo, el cantante se escucha tranquilo a través del teléfono, y tiene fe de estar de vuelta en su patria este verano. No permite que los pensamientos negativos entren en su ser, y reflexiona."Quizá esta experiencia sea algo que se puso en mi camino para llevarme por un rumbo diferente. Sinceramente ya yo estaba tan mal de salud que no me importaba lo que pasara con la música. Casi siempre uno vive para trabajar, para producir, y no vive pensando que la vida puede cambiarte en un segundo. Vine aquí caminando y ahora regresaré a Puerto Rico, probablemente en una silla de ruedas, pero salí de Puerto Rico con unos pulmones enfermos y voy a llegar a mi isla con unos pulmones que me permiten respirar perfectamente. Son tan cómodos que ni me doy cuenta de que estoy respirando y me lo tienen que recordar".un Diagnóstico complejoCano padecía de fibrosis en los pulmones pero "venía lenta y de momento se aceleró" y una infección lo arrastró hasta quitarle el aliento, hasta quitarle los pensamientos."No tenía salvación. Mi historia fue una de terror; o me trasplantaban o me moría. Nos montamos una madrugada en un avioncito de esos que mandan para Vieques, que volaba por debajo de las nubes porque yo no aguantaba un jet de aerolíneas. Tenía que tener cierto grado de oxígeno en un tanque para que no me subiera un coágulo...

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