La industria del chisme ante los tribunales: conflicto entre el derecho a la libertad de expresión V. el derecho a la vida privada

El debate entre la libertad de prensa y expresión versus el derecho a la vida privada se ve a diario en los medios de comunicación, generalmente en los programas que informan sobre las figuras públicas y celebridades. El problema radica en las formas en que las estructuras de poder conceptualizan la información y la preferencia de las audiencias por este tipo de información.

En primer lugar, debemos conocer quiénes componen las estructuras de poder. Rodríguez¹⁰⁰⁴ entiende que la estructura de poder la componen los dueños de los medios de comunicación, ya que ellos son quienes eligen lo que se difunde, según la oferta y la demanda de la información. Al utilizar estos términos, provenientes del mercadeo, vemos que los dueños de los medios analizan la información viendo el potencial de venta de la misma y la atracción para los posibles consumidores. Si la libertad de prensa pertenece a los dueños de los medios, bajo un sistema capitalista se puede decir que la publicación de cualquier información obedece a unos intereses económicos. Por consiguiente, lo que se busca es vender y comprar la información. Ante esta situación, Moreno Basurto¹⁰⁰⁵ señala:

[a]l transformar la información en una mercancía, se constituye un nuevo sector productivo, el de realidades, cuyo papel central se vierte en las tecnologías que conectan a los consumidores, productores y vendedores. La cadena se transforma y el pago por el bien o servicio se realiza de manera indirecta, cuando las audiencias compran aquellos productos que anuncian las empresas mediáticas.

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Featherstone¹⁰⁰⁶ sugiere que en la sociedad de la información o conocimiento, se ve al ocio como parte de la cultura, lo que permite que un gran número de la población consuma los productos culturales que fabrican los medios de comunicación. A estos consumidores, los sociólogos los llaman audiencias, un conjunto de personas aisladas individualmente en sus hogares, que luego de la jornada estudiantil o laboral buscan descansar la mente con entretenimiento y no pensar en los problemas de la vida. La información proporcionada por el entretenimiento busca generar el interés del consumidor.

Según Arfuch¹⁰⁰⁷ la población necesita identificarse, por lo que recurre a deportistas, artistas de cine, teatro o televisión, ya que como señala el autor: “el héroe posmoderno es de medios escasos” y lo que lo diferencia de una figura privada es el reconocimiento de una persona debido a su actividad pública. De igual forma, Levin y Arlake¹⁰⁰⁸ entienden que se da mayor cobertura a las figuras públicas porque a la audiencia le interesa obtener información de dichas figuras y celebridades porque conocen el ‘glamour’, su estilo de vida, datos que les hacen olvidar los problemas de la vida cotidiana y sirve como tema de conversación entre la audiencia. Mediante los programas de prensa rosa se les permite conocer datos privados de las celebridades, ver héroes o modelos que desean imitar, conocer sus preocupaciones y malos hábitos. La información mencionada resulta ser interesante a un sector de la audiencia. Por un lado existe el interés de la audiencia, pero por el otro nos preguntamos ¿qué pueden hacer las celebridades ante una violación a su vida privada?

Si las celebridades entienden que le han violado el derecho a su vida privada recurren a los tribunales, quienes se encargan de establecer un balance entre los derechos, pero las decisiones emitidas varían de caso en caso. Además, como las decisiones no han sido consistentes y no hay definiciones claras que establezcan cuáles actos constituyen una invasión a la vida privada, lo que determina hasta donde llega un medio de comunicación

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o un periodista al publicar una noticia sobre la vida privada de una figura pública son los valores éticos de ese medio o periodista.

Ya sabemos que la información se vende, pero Alvin¹⁰⁰⁹ añade que dentro del capitalismo, la presión económica con la que luchan los medios de comunicación proviene de los auspiciadores, el público y la competencia. Los auspiciadores de los medios de comunicación sólo apoyan los programas o publicaciones más vistas para que el mensaje de los productos llegue a un mayor número de consumidores y puedan seguir generando dinero. El público apoya los programas o publicaciones que satisfacen sus necesidades, ya sea proveerle información o entretenimiento. La competencia entre los medios produce una lucha por obtener la primicia de la información y así satisfacer a los consumidores. Ante esta realidad, Silva Rodríguez¹⁰¹⁰ entiende que “la inmediatez informativa y la exigencia de la difusión, lo más pronto posible, de las noticias, origina una insuficiente contrastación de las fuentes que se traduce en la publicación de información falsa o errónea”.

Como hemos visto, la información se ve...