Iniquidades sin reparación

ROGELIO ESCUDERO VALENTÍN

CATEDRÁTICO DE LA UPR

A Marta Sánchez Olmeda

Acudir a esa memoria puede, por cierto, ayudarnos a situar en perspectiva la reciente visita a San Juan del presidente Barack Obama, viaje que ha puesto nuevamente en vitrina planetaria nuestra penosa y lesiva condición colonial.

Un valioso testimonio de las luchas nacionalistas por afirmar nuestra asediada dignidad se encuentra, por ejemplo, en "Puerto Rico: problema internacional" (ediciones en 1949 y 1951), libro de Juan Juarbe Juarbe que revela la entrega altruista de unos compatriotas que ofrendaron vida y hacienda en aras de proteger su patria de las humillaciones de un imperio que, como tal, gusta de exhibir su poder en situaciones de crisis.

Documenta Juarbe la persecución política, el despojo económico y la degradación moral provocados por una metrópolis que prometió democracia y respeto a los derechos humanos cuando su ejército se apoderó de nuestras playas en 1898.

Muestra ese valioso libro el ensañamiento de las autoridades del imperio con Pedro Albizu Campos. Un dato nos revela la dimensión de aquella persecución: mientras retiraban del presupuesto insular $ 7,980 para pagar el salario anual del jefe de la policía, gastaban a su vez más de $ 7,000 al mes en la vigilancia del dirigente nacionalista.

Con respecto a lo económico, vale la pena leer la traducción que realizó Juarbe de un fragmento del informe que presentó Estados Unidos en la ONU sobre Puerto Rico en 1946.

Emerge de allí la imagen de un país dolorosamente empobrecido. Sólo se les escapó un pequeño detalle a los informantes: la responsabilidad de la nación interventora en aquel desastre.

Juarbe incluyó además en su libro un documento perturbador que se conoció gracias al Partido Nacionalista. Me refiero a la carta que envió el médico Cornelius P. Rhoads a un colega de Estados Unidos sobre el "trabajo'' que realizaba en el Hospital Presbiteriano. Como prueba fehaciente de que el infierno es necesario, citemos al doctor Rhoas: "Los puertorriqueños son fuera de duda, la raza de hombres más sucia...

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