Sentencia de Tribunal Apelativo de 30 de Septiembre de 2004, número de resolución KLAN0200728

EmisorTribunal Apelativo
Número de resoluciónKLAN0200728
Tipo de recursoApelación
Fecha de Resolución30 de Septiembre de 2004

LEXTCA20040930-01 Pueblo v. Torres Vega

Estado Libre Asociado de Puerto Rico

EN EL TRIBUNAL DE APELACIONES

REGIÓN JUDICIAL DE BAYAMÓN

EL PUEBLO DE PUERTO RICO
Apelado
v.
HÉCTOR TORRES VEGA
Apelante
KLAN0200728
Apelación procedente del Tribunal de Primera Instancia Sala Superior de Bayamón Crim. Núm. DV2002G0009-0011, DLA2002G0068-074 DPD2002G0102-103; DPD2001M0642-0643

Panel integrado por su presidente, el Juez Sánchez Martínez, la Jueza Cotto Vives y el Juez Vivoni del Valle

Sánchez Martínez, Juez Ponente

SENTENCIA

En San Juan, Puerto Rico, a 30 de septiembre de 2004.

El apelante Héctor Torres Vega fue condenado por varios delitos graves, entre éstos, el asesinato de un policía en una balacera durante el curso de un escalamiento nocturno a una empresa comercial. Éste apeló ante nos para solicitar la revocación de su sentencia. Por los fundamentos que exponemos a continuación, confirmamos la sentencia apelada.

Por hechos acaecidos el 5 de noviembre de 2001, en que murió un policía, el apelante Héctor fue acusado y declarado culpable por los siguientes delitos:

  1. infracción del Art. 83 del Código Penal, 33 L.P.R.A. sec. 4002 (asesinato en primer grado en su

    modalidad de felony murder rule).

  2. dos tentativas de infracción del Art. 83 del Código Penal, supra.

    una infracción al Art. 166 del Código Penal, 33 L.P.R.A. sec. 4272 (apropiación ilegal).

  3. una infracción del Art. 179 del Código Penal, 33 L.P.R.A. sec. 4285 (daños).

  4. una infracción al Art. 172 del Código Penal, 33 L.P.R.A. 4278 (posesión de herramientas para escalar).

  5. una tentativa de infracción del Art. 171 del Código Penal, 33 L.P.R.A. sec. 4277 (escalamiento agravado).

  6. tres infracciones de los Arts. 4.04 a la Ley de Armas, 25 L.P.R.A. sec. 458c.

  7. una infracción de Art. 2.14 B-1 de la Ley de Armas, 25 L.P.R.A. sec. 456m.

  8. tres infracciones de Art. 4.15 de la Ley de Armas, 25 L.P.R.A. sec. 458n.

    El Ministerio Público presentó 19 testigos y la defensa presentó tres.

    La prueba oral que tuvo ante sí el Tribunal de Primera Instancia aparece recogida en la exposición de hechos que hizo el Procurador General en su alegato, la cual incluimos a continuación:

    La primera testigo de cargo fue la señora Daisy Serrano, quien labora como investigadora forense en el Instituto de Ciencias Forenses. Ésta testificó que el 5 de noviembre de 200l, a eso de las 12:15 de la noche, acudió al lugar de los hechos en compañía de los investigadores forenses Manuel Camareno y Víctor Pérez. La escena estaba acordonada y estaba a cargo del teniente Jesús García. La testigo describió el sitio como “un solar yermo, bastante oscuro”. T.E., pág. 27 (Tomo I). En el lugar, había “unos furgones, había un carro Suzuki... rojo, había casquillos por todo el lugar de distintos calibres, había unos vagones, debajo de esos vagones había también casquillos”. T.E., pág. 28 (Tomo I). La testigo tomó doscientas veintidós fotografías, mientras que Pérez filmó un vídeo de la escena y Camareno preparó el croquis.

    La próxima testigo de cargo fue la señora Sandra Torres Colón, viuda del agente Acosta, quien declaró que el occiso tenía tres hijos. La testigo fue quien identificó el cadáver del agente Acosta.

    El tercer testigo del Ministerio Público fue el policía Geyl Galarza, quien acudió a investigar la querella en compañía del agente Acosta. Éste declaró que el 5 de noviembre de 2001, a eso de las 10:00 de la noche, se recibió una llamada a través del sistema 911 en la cual se indicó que había cuatro individuos sospechosos en la zona industrial Corujo, en Bayamón. T.E., pág. 200 (Tomo I). Los agentes se dirigieron al lugar en un vehículo confidencial marca Suzuki, color rojo. Durante el trayecto se les informó que dos individuos se habían bajado de una guagua con una caja y se habían internado en un monte y que la guagua se había marchado del lugar. T.E., pág. 153 (Tomo I). Acosta estacionó el vehículo en el portón de la entrada de la empresa Empire Gas. T.E., pág. 155 (Tomo I). Antes de desmontarse, los agentes se colocaron sus chalecos a prueba de balas. El agente Galarza declaró lo siguiente:

    [Y]o me bajo por el lado del pasajero con una linterna... como el sitio es oscuro y solitario decidimos sacar las armas. [...] [E]ntonces yo le digo... flaco... porque de cariño le decíamos flaco... el foco nos está alumbrando y somos tarjetas...

    vamos a buscar la orilla de los vagones.

    [...]

    [A]hí observo...

    [a dos individuos] que están acostados [debajo de los vagones] uno al lado del otro... con mahones largos... les grito... es la Policía... ahí lo que se oye de allá que dicen es... [¡]tengan cabrones[!]... uno de ellos con un rifle largo que lo agarra por debajo del... del cañón... color madera... empieza a dispararle al compañero Acosta y otra arma que hay allau [sic] que lo que veo es el fogonazo pues no puedo distinguir qué tipo de arma. Nosotros contestamos el fuego... yo me quedo sin municiones.

    T.E., págs. 156, 161, 162, 163 (Tomo I).

    El testigo declaró que el agente Acosta se encontraba justamente parado al frente de ellos y al lado de su hombro derecho. T.E., pág. 329 (Tomo I). Entonces, Galarza gritó “cover” y se refugió al lado del vehículo oficial para recargar su arma de reglamento. El testimonio de Galarza fue el siguiente:

    Pregunta: ¿Entonces usted dice que fue al carro?

    Respuesta: Porque se había quedado el radio portátil.. introduzco mi mano izquierda por el cristal del conductor... cuando aprieto el botón del radio... el radio no estaba funcionando... no transmitía... vuelvo a oír detonaciones de un arma larga...

    cuando me volteo veo a un individuo alto... de mi estatura o más alto que yo...

    apuntando hacia mí... hace dos detonaciones nuevamente...con un arma larga...

    un rifle... yo le contesto con dos detonaciones... [P]rocedo a cubrirme de la pared de cemento.

    T.E., págs. 165 y 166 (Tomo I).

    Galarza llamó desde su teléfono celular pidiendo refuerzos. El agente Orlando Guzmán llegó en compañía de los policías Melissa Díaz y Noel Reyes. Éstos encontraron al agente Acosta tirado en el suelo (estaba de lado). Acosta no tenía su arma de reglamento. En ese momento, el individuo que les había disparado anteriormente con un rifle le hizo dos detonaciones con una pistola. T.E., págs. 167 y 181 (Tomo I). El sujeto les disparó desde una “lomita”. T.E., pág. 309 (Tomo 1). Los agentes contestaron el fuego. El individuo se fue cojeando. T.E., pág. 168 (Tomo I).(1)

    Los agentes regresaron al lugar donde estaba el agente Acosta y lo montaron en una patrulla en el área del pasajero del lado del frente. T.E., pág. 169 (Tomo I). El agente Reyes lo trasladó al hospital. Acosta les decía “Dios los bendiga... por tó [sic] el camino que lo... cargamos”. T.E., pág. 168 (Tomo I). Galarza ocupó un bulto lleno de herramientas. T.E, pág. 170 (Tomo I). Momentos después, la policía arrestó a un individuo “herido con una AK-47... un vagón más abajo donde habían herido a Acosta y que el individuo tenía un chaleco anti balas puesto y estaba herido en una pierna”. T.E., pág. 170 (Tomo I). Éste fue trasladado al hospital. Se trataba de Jorge Miranda Class, coautor de los hechos que se convirtió en testigo principal del Estado.

    La Policía ocupó las armas de reglamento de los policías Geyl Galarza, Orlando Guzmán y Melissa Díaz (tres pistolas Smith & Wesson, calibre nueve milímetros). “[A] Orlando le quita también el rifle de la Policía (un M-16 de fabricación norteamericana)”. T.E., pág. 170 (Tomo I). Guzmán y Díaz no utilizaron sus pistolas (Guzmán disparó el rifle de la Policía cuando el apelante les disparó desde la lomita). T.E., pág. 309 (Tomo I).

    El cuarto testigo presentado por el Ministerio Público fue el Sr. Víctor Pérez, investigador forense que filmó un vídeo de la escena. El vídeo fue mostrado a los miembros del jurado. Se pudo apreciar las condiciones del vehículo confidencial, los cuatro furgones, unas perforaciones de aparente proyectil de bala en uno de los furgones, un sinfín de casquillos de bala disparados, dos bultos con herramientas, manchas de sangre, una gorra tejida, un cargador o magazine con balas y un rifle AK-47. T.E., págs. 388-399 y 431 (Tomo I). El cadáver del agente Acosta mostraba múltiples heridas de bala en las rodillas y una herida de bala en la parte posterior del muslo izquierdo. En el área de la lomita había una mancha de sangre.

    El quinto testigo de cargo fue el señor Manuel Camareno, investigador forense que preparó el croquis (plano) de la escena. (Exhibit 1 del Ministerio Público). Éste declaró que el terreno era de dos niveles y que cerca había una verja de concreto donde había cuatro furgones. El terreno estaba sin asfaltar. T.E., pág. 491 (Tomo II).

    El testigo declaró que la escena estaba totalmente oscura y que no se veía prácticamente nada. T.E., pág. 488 (Tomo II). Se ocuparon varios casquillos de bala debajo de uno de los furgones. Uno de éstos tenía tres impactos de bala. Se ocupó un rifle AK-47 detrás de uno de los furgones. Detrás del vehículo confidencial, también se ocuparon varios casquillos de bala de diferentes calibres. Se recuperaron cincuenta y cinco casquillos de bala. También se recuperó un bulto con herramientas.

    Después de haber recolectado toda la prueba, Camareno ocupó un chaleco a prueba de bala, un mahón negro y cuatro armas de fuego (las pistolas de los agentes Geyl Galarza, Orlando Guzmán y Melissa Díaz y un rifle M-16 de la Policía). El chaleco y el mahón pertenecían a Miranda Class. Luego, Camareno se dirigió al hospital para examinar el cadáver del agente Acosta y la patrulla en la que fue trasladado. Se encontraron manchas de sangre en el asiento trasero de la patrulla (no había sangre en el asiento delantero).

    Durante el contrainterrogatorio, Camareno declaró que el personal del Instituto acordonó el área. También declaró que enla lomita no se encontraron casquillos de bala. Había casquillos calibre nueve milímetros detrás de la mancha de sangre que estaba alrededor del cuerpo del...

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