Libros para adolescentes

JUAN ANTONIO RAMOS

ESCRITOR

Me metí en el almacén de la escuela y logré identificar un puñado de libros del año de las guácaras. ¿Cómo interesar a mis alumnos en la lectura sin contar con textos atrayentes? Hice una lista de cuentos y poemas que pondría a prueba con mis adolescentes. Necesitaba reproducir material didáctico, de manera urgente. El director me dijo que no había papel. Le dije que citaría a los padres de los muchachos para pedirles su apoyo económico. Se echó a reír. "¿Qué materiales necesitas? ", me preguntó de mala gana. Le dije. "Déjame ver lo que hago".

No sé cómo lo hizo, pero al día siguiente yo tenía materiales suficientes como para echar a andar mi proyecto de "alfabetización". Me hice amigo de Rosita Quiñones y María Esther Jiménez, secretarias de la escuela, para que mecanografiaran textos literarios. Me acerqué a Luis Rodríguez, el técnico encargado de manejar el "ditto" y el equipo audiovisual, para que me diera una mano. No me defraudó. Así mis alumnos conocieron a José Luis González, Julia de Burgos, René Marqués, Luis Lloréns Torres, Pedro Juan Soto, María Teresa Babín, Luis Rafael Sánchez, y otros exponentes destacados de nuestras letras. Pude reunir quince o veinte ejemplares despedazados de "Terrazo" de Abelardo Díaz Alfaro, y comenzamos a leerlo en el mismo salón. A veces se juntaban tres estudiantes para leer aquellas páginas amarillentas. "Terrazo" fue la lectura que más disfrutaron mis alumnos.

La escasez de libros me obligó a la utilización de una práctica que jamás abandoné como maestro de escuela pública y como profesor universitario: la lectura en voz alta de trozos de textos, o de textos íntegros. Poemas, cuentos y fragmentos de novelas eran repartidos a distintos lectores. A veces un texto era leído por todo el grupo. Asignaba una oración por estudiante, de manera que la lectura comenzaba con el alumno sentado en el primer pupitre de la primera fila, y continuaba fila por fila hasta terminar la lectura del texto.

La otra estrategia pedagógica surgida de la necesidad fue la de dramatizar textos literarios. A través de estas representaciones escénicas los personajes cobraban vida, y el texto podía ser analizado desde otra perspectiva literaria. De aquí me surgió la idea de escribir una adaptación teatral de los tres cuentos de "Peyo Mercé" incluidos en "Terrazo". No me resultó difícil repartir los personajes. La representación se ofreció a los estudiantes, padres y maestros.

Concluyó el semestre, y...

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